domingo, 26 de abril de 2009

Oración de la mujer moderna













Madre Nuestra que estás en todas partes

Reconocido y respetado sea tu santo nombre: Mujer

Venga a nosotros tu reino de solidaridad e igualdad

Hágase tu voluntad en todos los lugares de la tierra

Síguenos dando las fuerzas para continuar adelante cada día

No nos dejes desmayar ante el Gobierno

Y líbranos de tanta misoginia

Amén

miércoles, 22 de abril de 2009

No soy dueña de mí



No he evolucionado, no he avanzado nada; estoy en la misma condición de subordinación, discriminación y esclavitud que mis antepasadas
trasplantadas desde el África.

No importa que haya alcanzado el derecho al voto, que pudiera entrar a la universidad, que ahora pueda divorciarme, que se me expidiera una cédula de identidad y electoral, una licencia de conducir…sigo siendo una ciudadana de segunda o tercera categoría.

No importa que sea económicamente activa, que aporte al fisco igual o más que mi padre, que mi esposo, que mi hermano -los ciudadanos de primera categoría-, eso no me hace merecedora de opinar ni decidir sobre mi propio cuerpo.

No importa que me haya cuidado y que -estando planificada-, quedara embarazada. Tendré que traer esa criatura al mundo, aunque eso signifique retraso en mis aspiraciones labores, interrupción de mis estudios, crisis familiar y económica, stress post parto. ¿A quién le importa?

No importa cuántos títulos tenga acumulados: licenciada, diplomada, especialista, doctora; sólo soy una cifra a tomar en cuenta para las estadísticas frías, mis aspiraciones, sueños y anhelos no importan.

No importa que sea atea, agnóstica, protestante, musulmana, la Iglesia Católica rige mi vida.

No importa el que haya sido violada, por mi padre, otro familiar o un desconocido, y esté embarazada, da igual, pues tendré que traer al mundo el fruto indeseado de ese acto violento que lacera mi vida.

No importa que tenga otros hijos, mi pareja, la posibilidad de ser madre en el futuro; si enfermo de eclampsia severa, mi médico –a quien le he depositado toda mi confianza- deberá dejarme morir, so pena de ser juzgado, condenado y encarcelado.

No importa si me dicen que mi hijo padece anencefalia, deformación o enfermedad congénita, tendré que traerlo al mundo con todas sus consecuencias. La muerte prematura y el compromiso de por vida con un hijo que no responderá como un niño normal; cambiando mi existencia y disminuyendo mi calidad de vida.

No importa si soy una menor edad, sin experiencia, incauta, que ha sido embaucada por hombres como el presidente de Paraguay, de los que aquí hay por montones: debo ser madre y enfrentar, entre otras cosas, una maternidad precoz y con eso, sus consecuencias.

Soy la “eterna menor”, la niña que aún no puede decidir, el receptáculo del semen de cualquier hombre, la portadora de su semilla, la criadora, la responsable de la descomposición social ¿Cuánto más voy a pagar por ser mujer?

Por qué le temen tanto a mi sexo, si no mata como en cambio lo hace el machismo. La envidia del hombre por no poder ser madre, por estar incapacitado para gestar la vida, no puede ser la base sobre la cual la sociedad legisle, castigándome por mi inherente diferencia biológica, moral y espiritual.

¿Por qué tú, legislador y legisladora dominicana, me quieres esclavizar a través de mi cuerpo, de la maternidad: un acto que consta de dos? ¿A cuántos hombres dominicanos les gusta usar el preservativo? ¿Cuántos abortos clandestinos no se producirán ahora o cuántos hijos no planificados e indeseados llegarán a este hermoso país de playas y cocotales paradisíacos?

No soy nada, no soy nadie.

No tengo un Presidente, tampoco legisladores.

No esperen nada de mí, sólo resentimiento y apatía.

Estoy en franca rebeldía

¿Me acompañas?


Pintura de:
Adela Casado.

Corotos viejos

Inicié este blog en marzo de 2007, desde ese entonces he escrito sobre temas de los que hoy vemos el desenlace y vaticinamos las consecuencias, uno de ellos es la despenalización del aborto terapéutico o en casos especiales. Da pena ver, cómo temas escritos hace algunos años, aún tienen vigencia, cómo los planteamientos de las organizaciones que trabajan los temas de la Mujer venían advirtiendo de algo que ayer tomó forma de fundamentalismo medieval en la Asamblea Revisora.

Por eso, he decido volver a publicar tres post de los primeros publicados en este espacio:

Mujer y Reforma Constitucional

En el reciente Encuentro Nacional para la Reforma Constitucional se pudo palpar el interés de las delegadas municipales de que los derechos de la mujer, la niñez y los envejecientes sean consagrados en la Carta Magna. Sin embargo, cuando los grupos provinciales se unieron en plenarias de discusión a nivel de región, este interés se vió relegado por otros más urgentes para los delegados, los cuales estaban concentrados en aspectos como la nacionalidad, la reelección y la elección de los diputados. Siempre los derechos individuales y sociales, en este caso de las mujeres, niños y envejecientes, se ven desplazados por la urgencia de ordenar el desorden del poder masculino.

Pertenencia del cuerpo

Al hombre el cuerpo le pertenece, a la mujer no. El Estado y la Iglesia son los albaceas del cuerpo femenino, representantes históricos del patriarcado, dominio de un género sobre otro.

En la sociedad patriarcal y moralista no existe justificación al aborto, ni por incesto ni violación ni malformaciones de la criatura ni riesgo de muerte materna. La maternidad vista así, pasa de privilegio del género femenino sobre el masculino a martirio del primero.

El hombre, presente en todas las instituciones políticas, sociales y económicas, funge como guardián y testigo de ese sufrimiento femenino que debe ser la maternidad, tronchada o conclusa.

Desde el Estado (Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial) y la Iglesia, el hombre ejerce la Ley para mantener el orden "divino", pero más que nada, el orden antropológico; en pocas palabras: "A Dios rogando y con el pene dando". Para ser más claros.

¿Dónde estarán el Estado y la Iglesia cuando esos niños necesiten cuidados y recursos especiales, cuando comiencen a delinquir desde los 8 años? ¿Qué les ofrecerán? Quizá una hostia que no calma la humana hambre; 550 devaluados pesos por mes; la correccional y, por último, penas máximas de entre 30 y 40 años de cárcel.

Si acaso esto es lo que desea la elite conservadora dominicana, no así un buen puñado de mujeres que exige la formalización del derecho a sus cuerpos y la planificación de sus vidas.

Sí a la vida, pero con opción a decidir. En definitiva, son nuestros cuerpos.

Mi sexo suma

Más que placer

Más que hijos

Más que labores domésticas

Más que un rostro agradable

Más que un cuerpo apetecible

Más que dependencia

Más que sumisión

Más que un segundo salario

Más que seguridad para tu seguridad

Más que la estabilidad del sistema


Mi sexo -mental, emocional y físico-
suma personalidad, sentimiento e inteligencia.

¿Aún lo deseas?