En el Encuentro de Escritores Ocoeños, rumbo al II Festival Literario Sur, celebrado en la Escuela de Bellas Artes de San José de Ocoa el 23 de febrero, el fiscal y escritor ocoeño, José Manuel Arias, preparó un discurso de bienvenida para el evento que son un manjar en la reflexión del quehacer cultural y literario contemporáneo, por lo que nos hemos hecho compromisarios de reproducirlo en nuestro blog. ¡Disfrútenlo!
Palabras de Bienvenida
¡Muy buenos días!
Bienvenidos a San José de Ocoa, la tierra del pan, la papa y el café, la tierra del padre Quinn; esperamos hacer honor a la expresión de algunos que nos han definido como “la cuna de la hospitalidad”.
Qué interesante el que hoy podamos reunirnos en este lugar para tratar tópicos de interés de cara a la celebración del Festival Literario Sur, que habrá de tener lugar en su segunda entrega los días 27, 28 y 29 del mes de septiembre del año que discurre, en el prestigioso Centro Cultural Perelló, de la igualmente prestigiosa Ciudad de Baní, la que pese a aguas turbias momentáneas no logran reducir la grandeza de su gente y su importancia histórica; sus aportes a las letras; tierra del gran Héctor Inchaustegui Cabral y del inmenso Máximo Gómez, entre otras figuras no menos importantes para la historia no sólo de Peravia, sino de la República Dominicana en sentido general.
Siempre que nos convoque la literatura será una ocasión especial para producir algunas reflexiones en torno al ubérrimo campo de las letras, y qué bueno que el libro, como convocante por excelencia, se haga presente, pues tal y como ha señalado don Manuel Ruedas: “… en ellos se encuentra una magia particular que ningún otro objeto posee. Si vistos en sus anaqueles parecen momias polvorientas, basta el hecho de tomarlos y abrirlos en una página cualquiera para que surjan de inmediato, al calor de la vida, pueblos enteros con sus culturas, sentimientos heroicos o delicados, todo el vórtice natural de las pasiones, la fuerza de la naturaleza y la intimidad del ser humano, mostrada en las fluctuaciones de la Lengua y en las peripecias del estilo”.
Para nuestro querido Maniel, Tierra de Libertad, constituye motivo de grata satisfacción el que nuestro terruño sea tomado en cuenta y que a su vez acoja la presencia de personalidades que con motivo de tan importante actividad nos visitan, esperamos que al salir, puedan hacer suyas ustedes las expresiones del poeta azuana Bartolomé Olegario Pérez, cuando luego de divisar nuestra geografía, expresó: “Quien no envidia tu belleza/ quién no te quiere Maniel/en ti se esmeró el pincel/ de madre naturaleza”.
Ciertamente señores, “en cada época se encuentran nuevas facetas en el múltiple sentido que nos ofrecen las palabras ordenadas en un texto”; en consecuencia, toda iniciativa que propenda a incentivar la lectura, el amor al libro, deberá ser aplaudida y apoyada por todos los que aspiren a tener sociedades cada vez más pensantes, más agudas en sus análisis, más empoderadas y más conscientes del rol que están llamadas a jugar en beneficio de sus respetivos pueblos.
Cuánta razón tiene José Alcántara Almánzar, Premio Nacional de Literatura 2009, cuando expresa que: “El libro se convierte así en el consejero prudente en el amor, el poder político, las relaciones económicas, las creencias religiosas y el comportamiento moral. La Biblia ha sido, por ejemplo, el libro sagrado del pueblo hebreo y la obra fundamental del cristianismo durante milenios, guía de creyentes en cosas humanas y divinas. Pero hay casos en que el libro es un temible agitador, un incendiario que desencadena las enormes marejadas de la voluntad popular en torno a unos cuantos ideales y aspiraciones. Recordemos los efectos políticos que tuvo el Manifiesto Comunista de Marx y Engels sobre la sociedad europea en la segunda mitad del siglo pasado. Publicado en 1848, este breve panfleto dirigido a estimular la lucha obrera contra la burguesía en el poder, bajo el lema: “Proletarios de todo el mundo, uníos”, transformó por completo la configuración ideológica, política y social del mundo en menos de un siglo”.
Continúa diciendo el autor de marras… “En otras ocasiones, el libro cumple una función trastornadora, inquietante, provocativa. Hace temblar nuestras creencias más firmes y nos pone al borde de cataclismos espirituales que somos incapaces de evitar. En el instante menos esperado se produce un vuelco interior, el chispazo de alumbramiento, y el libro llega a provocar en el lector una portentosa mutación espiritual y mental”.
Así, al discurrir de manera fugaz sobre el libro, asumimos la interrogante de Alcántara Almánzar, y con él nos preguntamos: “¿Cuántas personas han cambiado su modo de ver el mundo después de la lectura de obras como El Paraiso Perdido de Milton, El Príncipe de Maquiavelo, o El Arte de la Prudencia de Gracián? ¿O, más modernamente, La Rebelión de las Masas de José Ortega y Gasset, y Tiempo Nublado de Octavio Paz?
Incentivar la lectura, el amor al libro, en una sociedad como la de hoy día es cada vez más retador pero a su vez cada vez más urgente, pues se hace necesario el que se vuelva a la lectura como una manera de adquirir visiones mucho más holísticas que trasciendan las fronteras de lo local, de lo inmediato.
Esto así porque tal y como se señala “en el mundo tecnológico de hoy, la formación humanística adquiere una indiscutible validez: no se puede ser buen profesional, si no se tiene una visión global del mundo y sus conquistas culturales, si no se posee un instrumental mínimo con el que podamos transcender los límites de la especialización”.
En fin, tal y como hemos dicho, siempre que nos convoque la literatura, el libro, será un motivo válido y propicio para hacer algunas reflexiones sobre los derroteros por los cuales deseamos se enrumbe nuestra sociedad.
En nombre de San José de Ocoa, les damos a todos la más cordial bienvenida.
José Manuel Arias M.
23/02/2019
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