Por Patricia Báez Martínez
Señor Masalles, en ocasión del
desafortunado evento que le costó la vida al adolescente Fernelis Carrión
Saviñón a manos de un sacerdote pedófilo, hecho que ha conmocionado a toda la sociedad
dominicana, usted ha externado una opinión casi desafortunada, pero que en el
momento le permitió salir al paso de la presión social y de los medios de
comunicación. “El abuso y la violencia
deben llevar a la justicia al que lo comete, y no importa la investidura tenga.
Me uno en oración al dolor y al clamor de justicia de la familia de Fernely
Carrión y de toda la sociedad”, dijo usted en su cuenta social de Twitter,
según los medios de comunicación.
El problema, Señor Masalles, es
que no se trata de un abuso o de un abuso cualquiera, sino de un abuso con
apellido, y no cualquiera: Abuso SEXUAL. No se trata de que se me haya impedido
abordar el Metro de Santo Domingo por llevar puesta una franela de Marcha Verde
ni de que dos distinguidas dominicanas hayan sido impedidas de entrar a México
y devueltas al país sin recibir explicación alguna, no. Estamos hablando de
llevar a una persona, en este caso un menor de edad, a sostener relaciones
sexuales con un adulto del mismo sexo, no sabemos si haciendo uso de la fuerza
física. Por demás, se trata de unas relaciones sexuales que se producen en el
contexto de unas relaciones sociales e interpersonales desiguales: sacerdote
Vs. monaguillo, blanco Vs. negro, acomodado Vs. pobre. Por lo que no se puede
descartar el acoso sexual previo al abuso sexual, otro delito contemplado en
legislación dominicana.
Violencia, violencia es cualquier
cosa: Un empujón, una palabra descompuesta… pero el homicidio/asesinato es la
máxima expresión de la violencia, Señor Masalles. En el caso de la violencia de
género, violencia es un ojo morado (uno de los primeros escalones de la
violencia) y feminicidio (el final de la escalera y escalada violencia) es la
muerte de una mujer a manos de un hombre por el solo hecho de ser mujer. Si a
ver vamos, podríamos catalogar el asesinato de Fernelis Carrión como un
feminicidio de la iglesia Católica dominicana, pues es una víctima de la
violencia de género, siendo que se produce su muerte violenta en el marco de
una relación sexual-sentimental, y las feministas propugnamos porque las
muertes de Lesbianas, Bisexuales, Gays, personas Trans e Intersexuales a mano
de sus parejas, ex parejas o por el hecho de ser LBGTI, sean tipificadas como
feminicidio.
Cuando usted usa el verbo DEBEN,
Señor Masalles, deja a la buena voluntad, a la suerte, al azar, esos hechos
punibles. El deber ser es una apuesta, un deseo, un ideal. Entre el deber ser y
la realidad media la acción. Un deseo sin acción difícilmente se haga realidad,
y cuando usted usa el verbo deben no envía un mensaje claro a la sociedad y al
sistema judicial de que a la iglesia que usted representa le interesa que este
caso se investigue y se haga justicia. De yo haber estado en sus zapatos al
momento de twittear, hubiese escrito: El abuso sexual y el asesinato TIENEN que
ser castigados… Me parece que el mensaje es más claro, transmite más que una
voluntad personal e institucional, un mensaje al sistema de justicia: Haga su
trabajo (aunque solo sea de mentiritas).
Los dominicanos y dominicanas estamos
hasta la coronilla del Concordato, de los abusos sexuales de los sacerdotes
contra monjas, monaguillos y feligresía, pero estamos más hartos de que
adoleciendo la iglesia de tan poca moral, se empeñe en oponerse al aborto por
las tres causales, constituyéndose en un obstáculo a la libre elección al
aborto en caso de violación sexual/incesto, riesgo para la vida de la madre o
inviabilidad del feto, en un acto de violencia de género que se constituye en
un crimen de lesa humanidad contra una población indefensa, tan indefensa como
Fernelis Carrión Saviñón, como los niños del Hogar Infantil Católico Francisco
Javier de Higuey (cuyos acusados de violación sexual resultaron oportunamente
muertos), como las víctimas del ex nuncio Wesolowsky (oportunamente muerto), o
del “padre” Alberto o del “padre” Johnny… la lista es interminable, y usted lo
sabe -es evidente que la iglesia Católica tiene más trabajo dentro que fuera-. Y
vamos a seguir luchando, ahora con más razón y fuerzas, por cortar los
tentáculos de ésta que sofocan nuestra sociedad.
La autora es periodista y politóloga.
RRSS:
FB: Patricia Báez Periodista
Twitter: Pbaez75
Instagram: Patbaezmar
La autora es periodista y politóloga.
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