…vemos con preocupación la
situación de la democracia en varios países de la región, especialmente –pero
no únicamente- además del caso ya citado de Cuba, las graves crisis que
están teniendo lugar precisamente en este momento, en Nicaragua y en Venezuela
sobre todo. Este aniversario coincide además con el desarrollo de lo que yo he
llamado el Súper Ciclo Electoral Latinoamericano, un proceso en un plazo de tan
solo treinta y seis (36) meses, desde el año 2017, 2018 y 2019, determinará que quince (15) de los dieciocho
(18) países de la región van a celebrar o están celebrando sus elecciones
presidenciales. Nueve (9) de estas quince (15) ya han tenido lugar y luego las
analizaremos pertinentemente. Solamente tres (3) países han quedado por fuera
de este Súper Ciclo Electoral por las fechas en que se celebran sus elecciones,
estos son los casos de Nicaragua, de Perú y de República Dominicana. Por todo
esto, la ocasión para realizar un balance sobre la situación actual de las
democracias en la región -,y conjugo en plural por la diversidad de
situaciones, y así hablo de las democracias y no de la democracia en la región-
y para reflexionar sobre los desafíos y las prioridades de la agenda
política y electoral de los próximos años,
no podía ser más oportuno, claramente en la región está pasando de todo. Tanto
en el plano global, como en el ámbito regional latinoamericano asistimos a un
cambio de época, más que a una época de cambio. Este cambio de época es
abordado, entre otros autores, por Moisés Naím, ‘El fin del poder’, en el cual
analiza las tres revoluciones que a criterio de Naím están teniendo lugar
actualmente: La revolución del más, la revolución de la movilidad y la revolución de la mentalidad.
Según el citado autor, el siglo XXI tiene más de todo. Tiene más gente, la
gente es más urbana, es más joven, es más sana y es educada. La pobreza extrema
se ha reducido más que nunca y clase media sigue creciendo, empero –nos
advierte Naím-, una clase media en aumento, mejor informada y mejor conectada
en las redes, impaciente y con más aspiraciones, más empoderada en sus
proyectos, está haciendo cada vez más difícil el ejercicio del poder, tanto a
nivel global como en el ámbito regional latinoamericano. Como podemos imaginar,
estos cambios traen oportunidades, pero también traen importantes restricciones
para el avance y la consolidación de la democracia. Por su parte la revista
británica The Economics, en un artículo titulado ‘¿En qué ha fallado la democracia?’, señala que si bien actualmente
más personas que nunca antes viven en países que celebran elecciones libres y
justas, la democracia está pasando por momentos difíciles. En efecto el
reciente Índice Democrático correspondiente al año 2018, que elabora la Unidad
de Inteligencia de The Economics, muestra el deterioro que sufre la democracia
en numerosas democracias del mundo, incluidos en varios países de nuestra
región, y se pregunta si estamos ante un estancamiento democrático o, incluso
peor aún, si estamos ante un período de clara regresión democrática. En efecto,
un rápido repaso del contexto internacional evidencia que la democracia liberal
enfrenta una severa crisis en casi todos los países occidentales, junto a altos
niveles de desconfianza de las clases medias hacia las principales
instituciones de gobierno. Para el historial Yuval Noah Harari, en su último
libro ’21 lecciones para el siglo XXI’,
cito: “La democracia liberal se enfrenta a una doble crisis, lo que más centra
la atención es el consabido problema de los regímenes autoritarios, pero los
nuevos descubrimientos científicos y los desarrollos tecnológicos representan
un reto mucho más profundo para el ideal básico liberal que es la libertad
humana”. Y agrego: El liberalismo ha logrado sobrevivir de hace siglos, a
numerosos demagogos y autócratas que han intentado reanudar la libertad desde
fuera, pero ha tenido escasa experiencia hasta ahora con tecnologías capaces de
corroer la libertad humana desde dentro. Junto a estos autores deseo mencionar
algunos de los libros más recientes que abordan, desde diferentes perspectivas,
la grave crisis y los mayúsculos desafíos que enfrentan actualmente las
democracias liberales, incluidas las que eran consideradas, hasta fechas
recientes, como democracias consolidadas. En este sentido, me permito mencionar
tres de los trabajos más relevantes, cuya lectura recomiendo a aquellos que no
lo han hecho aún, el libro ‘El pueblo
contra la democracia’ del profesor Yascha Mounk; el libro ‘How democracies die’ de los profesores
de Harvard, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt; y el último libro del profesor
David Ruciman sobre ‘How democracies
ends’. Los títulos de estos libros le dan la pauta del estado de pesimismo
y de reflexión profunda y de preocupación que existe sobre el estado de la
democracia. Estos libros, ensayos y artículos, me he permitido citar solo
algunos de ellos por lo limitado del tiempo, dan cuenta sobre el importante
debate que existe actualmente sobre la democracia, debate que tiene lugar tanto
a nivel global como en nuestra región, no solo sobre la calidad de nuestras
democracias, sino también un tema de vital importancia para el Tribunal
Superior Electoral y para la Junta Central Electoral, que es el tema de la
integridad de las elecciones, tema que abordaremos a continuación.
Nuestro balance se asienta en dos
decisiones preliminares, la primera: La necesidad de efectuar un análisis que
sea equilibrado del proceso de democratización que ha tenido y está teniendo
lugar en la región, un balance que esté alejado tanto de la visión pesimista
como de una mirada simplista y autocomplaciente. Un balance que muestre al
mismo al mismo tiempo los avances logrados durante estos cuarenta años, pero
que también dé cuenta de los déficits y los retos que hoy enfrentan las
democracias de la región. La segunda precisión que deseo hacer se refiere a la
necesidad de tener presente la heterogeneidad de América Latina. La región es
una, es cierto, pero también es múltiple y diversa a la vez, ya que como
analizaremos más adelante, existen diferencias importantes respecto a la
calidad de la democracia y la integridad de las elecciones en los dieciocho
(18) países de la región.
Mi exposición está organizada en
torno a los siguientes seis (6) puntos: En primer lugar, las luces y sombras
del desarrollo democrático latinoamericano en estas cuatro décadas; en segundo
lugar: El tema de la rutinización y la integridad de las elecciones; en tercer
lugar: Los resultados y las tendencias del Súper Ciclo Electoral; en cuarto
lugar: La calidad de la democracia latinoamericana; en quinto lugar: Los principales
retos de esta democracia; y en sexto lugar una reflexión final.
De previo al inicio de estos seis
puntos, permítaseme hacer una breve reflexión sobre las características del
contexto global al inicio de este turbulento, complejo, volátil y desafiante
2019, para poner nuestra reflexión del contexto regional en el marco del
contexto global.
¿Cuántos fenómenos destacan a
nivel global por su relevancia? Primero, la crisis de la globalización
provocado -en gran medida- por un aumento obsceno de la desigualdad (en este
momento está teniendo lugar el Foro de Davos cuyo tema central es la
globalización 4.0, es decir, cómo hacemos una globalización que funcione para
todos. En ese foro Oxfam acaba de presentar su informe sobre el Estado de la
Desigualdad en el Mundo: 26 megamillonarios tienen hoy igual cantidad de
fortuna que la mitad del mundo entero más pobre. Bajó de 43 a 26, es decir,
estamos entrando en un proceso de megaconcentración de la desigualdad).
Segundo, el tema del impacto de la cuarta revolución industrial, y los impactos
importantes que está teniendo la cuarta revolución industrial no solamente en
la economía sino sobre todo en el mundo laboral (de 30 a 40% de los trabajos
que existen hoy en día, en quince a veinte años ya no van a existir. Ese es otro tema de mayor importancia que
está reconfigurando el capitalismo tal y como lo entendíamos). Tercera
tendencia: Los riesgos crecientes del cambio climático, seguimos haciéndonos
los distraídos, y allí está el tema central del cambio climático. Y el cuarto:
Los desafíos del fenómeno de la migración. En efecto, el nuevo escenario
internacional se caracteriza –en mi opinión- por un alto nivel de complejidad e
incertidumbre que es el resultado de una triple reconfiguración. Hay una
reconfiguración geoeconómica que está teniendo lugar: El mundo se está
desplazando de lo que era Europa (el Atlántico) al Este, a China. Segundo: Hay
un proceso de recesión geopolítica: Del G-7 pasamos al G-20, pasamos de nuevo
al G-2, y ahora estamos prácticamente en un G-0 defendiendo la relación entre
China y Estados Unidos. Y hay un proceso de estancamiento o de regresión
democrática que están actuando en simultáneo en el plano global. El Fondo
Monetario Internacional (FMI) acaba de presentar su proyección de crecimiento
económico para este año en el foro de Davos con dos malas noticias:
Desaceleración económica (está proyectando un crecimiento global de 3.5 –si las
cosas no se complican- y 2% el promedio global para América Latina) y
desaceleración del comercio internacional que se puede profundizar y agravar si
la guerra comercial entre Estados Unidos y China se profundiza. Todo esto está
provocando un alto nivel de incertidumbre y volatilidad lo cual genera un
sentimiento de miedo, de temor, de pesimismo, que producen una fuerte reacción:
Populista, nacionalista, proteccionista y xenófoba. En efecto, en casi todas
las regiones del mundo vemos síntomas que
privilegian lo nacional frente al multilateralismo y la globalización.
Empecemos por acá cerca, con Trump. En Estados Unidos Trump pone énfasis en
Primero América (America First), da prioridad al proteccionismo, inicia una
guerra comercial con China, limita sus compromisos en materia de cambio
climático y de armas nucleares, asume una actitud xenófoba frente a la
inmigración, propone erigir un muro en la frontera con México y pretende que
los mexicanos paguen el muro, y al tiempo muestran su desconfianza no solo con
el multilateralismo, sino con sus socios tradicionales de post guerra (Unión
Europea y otros). En
Europa los movimientos nacionalistas, populistas y xenófobos dirigen sus dardos contra Bruselas, la globalización y la inmigración, comprometiendo los cimientos del proyecto comunitario, mientras que el Reino Unido y la Unión Europea negocian frenéticamente su divorcio a través del Brexit, del cual hoy todavía no sabemos qué tipo de Brexit habrá, si es que va a haber un Brexit. En asía, por su parte, Xi Jinping modificó la constitución para no tener límites a sus períodos constitucionales para consolidar su poder y disimula cada vez menos sus objetivos de predominio geoestratégico, incluido una presencia cada vez mayor en América Latina como socio comercial, primer inversor, etc. Por su parte, Putin en Rusia, y Erdogan en Turquía siguen concentrando cada vez más poder hacia dentro, mientras en el plano externo buscan reforzar sus respectivas áreas de influencia aumentando peligrosamente la inestabilidad internacional. Estos fenómenos que caracterizan nuestra época es lo que Thomas Friedman, el articulista de The New York Times, denomina en su último libro ‘Gracias por llegar tarde’, la era de la aceleración tecnológica. Dice Friedman que durante un período de tres años (2007 al 2009) el mundo vivió una profunda transformación de carácter doble: Por un lado la revolución tecnológica se aceleró, y por el otro una grave crisis económica (la crisis de 2008-2009) cuyos efectos siguen impactando nuestra realidad. Para decirlo en palabras de Harari, cito: “La humanidad está perdiendo la fe en el relato liberal que es el que ha dominado la política global en las últimas décadas, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, exactamente cuando la fusión de la biotecnología y de la infotecnología nos enfrenta a los mayores desafíos que la humanidad ha conocido”.
Europa los movimientos nacionalistas, populistas y xenófobos dirigen sus dardos contra Bruselas, la globalización y la inmigración, comprometiendo los cimientos del proyecto comunitario, mientras que el Reino Unido y la Unión Europea negocian frenéticamente su divorcio a través del Brexit, del cual hoy todavía no sabemos qué tipo de Brexit habrá, si es que va a haber un Brexit. En asía, por su parte, Xi Jinping modificó la constitución para no tener límites a sus períodos constitucionales para consolidar su poder y disimula cada vez menos sus objetivos de predominio geoestratégico, incluido una presencia cada vez mayor en América Latina como socio comercial, primer inversor, etc. Por su parte, Putin en Rusia, y Erdogan en Turquía siguen concentrando cada vez más poder hacia dentro, mientras en el plano externo buscan reforzar sus respectivas áreas de influencia aumentando peligrosamente la inestabilidad internacional. Estos fenómenos que caracterizan nuestra época es lo que Thomas Friedman, el articulista de The New York Times, denomina en su último libro ‘Gracias por llegar tarde’, la era de la aceleración tecnológica. Dice Friedman que durante un período de tres años (2007 al 2009) el mundo vivió una profunda transformación de carácter doble: Por un lado la revolución tecnológica se aceleró, y por el otro una grave crisis económica (la crisis de 2008-2009) cuyos efectos siguen impactando nuestra realidad. Para decirlo en palabras de Harari, cito: “La humanidad está perdiendo la fe en el relato liberal que es el que ha dominado la política global en las últimas décadas, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, exactamente cuando la fusión de la biotecnología y de la infotecnología nos enfrenta a los mayores desafíos que la humanidad ha conocido”.
Iniciemos pues nuestra exposición
analizando el primero de nuestros ejes: Las luces y sombras del desarrollo
democrático de América Latina.
En nuestros días la situación
política de América Latina es radicalmente diferente a la que tenía hace tan
solo cuatro décadas. Una mirada histórica da cuenta de que al inicio de 1970
solo Colombia, Costa Rica y Venezuela elegían con regularidad a las autoridades
públicas mediante procesos electorales libres, abiertos y competitivos. Hoy,
por el contrario y pese a todas sus carencias y déficits, la democracia es la
forma mayoritaria de gobierno que se practica en la región. Este fenómeno
resulta de tanta trascendencia que podemos afirmar que desde hace cuarenta
años, América Latina vive procesos de democratización o redemocratización
(dependiendo del país en cuestión) más largos, extensos y profundos de toda su
historia. Sin embargo, la democracia de América Latina presenta una paradoja:
Es la única región del mundo donde existe una combinación de regímenes
democráticos, en la mayoría de los países, con amplios sectores de su población
viviendo por debajo de la línea de pobreza (ligeramente por encima de 30% de
acuerdo a los datos presentado del reciente Panorama Social presentado por la
Cepal), es decir, pese a todos los avances importantes que hemos hecho, uno de
cada tres latinoamericanos o latinoamericanas están viviendo en la pobreza, con
los niveles más altos de inseguridad del mundo, siendo 50 mil homicidios al
año, casi 400 homicidios por día. En ninguna otra parte del mundo las
democracias funcionan con estas características: Sistemas democráticos con
altos niveles de pobreza, con altos niveles de inseguridad, agravados por otras
dos dimensiones: Con las tasas más altas de desigualdad y con niveles altísimos
de corrupción. Esta combinación tóxica hace que, obviamente, repercuta negativamente
en la calidad de nuestras democracias y en la integridad de nuestras
elecciones.
Segundo punto: La rutinización y
la integridad de las elecciones. Desde el inicio de la tercera ola
democratizadora a la fecha, se han celebrado en nuestra región más de 160
procesos electorales presidenciales, más de 200 elecciones legislativas y un
poco más de 50 procesos de democracia directa a nivel nacional. Según los
informes de las principales misiones de observación electoral (OEA, UE, Carter
Center, MBI), la gran mayoría de estas elecciones se han celebrado sin
irregularidades significativas que hayan incidido de manera determinante en los
resultados finales, todo lo cual es llevado a un encolamiento muy importante en
relación con la calidad de las elecciones. Empero, un análisis más riguroso de
estos procesos efectuado desde el prisma conceptual de la integridad electoral,
evidencia la subsistencia de importantes debilidades en áreas clave de muchos
de nuestros procesos electorales. En efecto, procesos electorales con
resultados cerrados, situaciones de ventajismo electoral caracterizados por la
falta de condiciones de equidad así como por el abuso de los recursos del
Estado a favor de los oficialismos durante las campañas electorales, la falta
de independencia de ciertos organismos electorales, el tema del financiamiento
político irregular, los procesos de captura del Estado vía financiamiento
político, la penetración del narcodinero y del dinero del crimen organizado en
las campañas electorales y en la política, son todos ejemplo de los factores
que han venido erosionando en varios países de la región, la credibilidad de
sus procesos electorales y de los propios organismo electorales. Resumiendo: La
frecuencia y rutunización de estas elecciones en nuestra región reafirma la
convicción de que el voto en América Latina es hoy la única vía legitima para
acceder al poder democrático, no obstante ello, diversas encuestas regionales
nos advierten de la pérdida de confianza en los procesos electorales y en el
secreto del voto, así como el deterioro de los niveles de credibilidad en los
propios organismo. De las nueve (9) elecciones, de las quince (15) que dijimos
que iban a haber en tres años, ya se han celebrado nueve (9), tres (3) se
celebraron en 2017 (empezó Ecuador, siguió Honduras con Chile) y en 2018 hubo
seis (6) (empezó Costa Rica, siguió Panamá, Paraguay, siguió luego la falsa
electoral que hubo en Venezuela, siguió luego Colombia, siguió luego México y
terminó Brasil). De esas nueve (9) elecciones, en cuatro (4) de las nueve, los
partidos que perdieron denunciaron o graves irregularidades (como el caso de
Ecuador y Paraguay y se negaron en principio a reconocer los resultados, hubo
que intervenir la OEA para buscar una solución) y en otros dos (2) denunciaron
fraude, cosa que lo hubo (al menos claramente en uno de ellos, en Venezuela, y
en el otro denunciaron graves irregularidades en el caso de Lula. En estos
últimos dos países se engatillaron crisis políticas que no han sido totalmente
resueltas a la fecha. Por todo ello la cuestión de cómo seguir mejorando los
niveles de integridad electoral más allá de los avances muy importantes que la
región ha hecho, constituye un tema prioritario en nuestra región.
Veamos ahora el punto tres, que
se refiere a los resultados y las tendencias del Súper Ciclo Electoral: Como
dijimos, en los últimos 24 meses se celebraron estas nueve (9) elecciones, y
otras seis (6) van a tener lugar en este año 2019, empezando como dijimos por
El Salvador, siguiendo por Panamá y Guatemala, y en el segundo semestre, pues
otras tres elecciones en América del Sur que van a tener lugar en octubre que
van a ser la de Argentina, la de Bolivia y la de Perú. Desde una perspectiva
regional comparada, cuando analizamos estos nueve procesos electorales que ya
han tenido lugar ¿Cuáles son las principales tendencias que surgen?
1. La
gran mayoría de estas nueve elecciones se caracterizaron por un alto nivel de
malestar ciudadano con la política y elecciones (no segura de esta última palabra).
Fenómeno que me ha llevado a calificar estas elecciones como las elecciones del
enojo, es decir, elecciones que están caracterizadas por un sentimiento de
malestar ciudadano que ha llevado a que en muchos países a más que un voto a
favor, haya un voto un voto anti. En Brasil hubo un voto anti PT, en México
hubo un voto anti PRI, anti PAN, y eso permitió, a su vez, la irrupción de
candidatos no outsider, porque decir que Manuel López Obrador era un outsider
es desconocer quién es Manuel López Obrador, un político que desde joven militó
en varios partidos, y decir que Bolsonaro es un outsider es desconocer que fue durante
27 años diputado y cambió a siete partidos, por lo tanto, de outsider no tiene
nada. Sí son candidatos anti establishment, cuyo candidato cuyo mensaje (muy
similar al de Trump) es ir contra la vieja política, diciendo que la vieja
política está llena de vicios, de corrupción, ineficacia, y que ellos se
presentan como un liderazgo renovado que viene a limpiar, a purificar el (XXX no se escucha claro esta palabra) -como decía Trump- de Washington, y bueno de
Brasilia y de México.
2. En
un buen número de estos procesos, se caracterizaron por un alto nivel de
incertidumbre. Hasta último momento no se sabía quién iba a ser presidente o
hubo grandes sorpresas, como en Costa Rica, que en último momento se filtraron
los dos Alvarado (Carlos Alvarado y Fabricio Alvarado) que no estaban en
ninguna lógica que podían llegar a ganar. Pues Bolsonaro, que (XXX no se entiende esta palabra) entre otros candidatos, no tenía ninguna
posibilidad de ganar. Pero a su vez con otra importante característica, una
marcada polarización donde las opciones de centro, como Fajardo en Puerto de la
Calle, Colombia, que quisieron posicionarse entre la derecha (Iván Duque) y la
izquierda (de Petro) quedaron totalmente trituradas porque fue básicamente con
este voto anti, que es izquierda/derecha.
3. Los
sectores medios, más pragmáticos que ideologizados, exigentes, poco pacientes,
jugaron un papel clave al buscar
candidatos que sintonizaran con sus demandas y expectativas y que ofrecieran
resultados concretos y rápidos, sobre todo en materia económica, generación de
empleo, lucha contra la corrupción y los temas de inseguridad.
4. Mientras
en las principales economías (Chile, Colombia, México y Brasil) se produjo
alternancia, en los otros países hubo continuidad oficialista (Ecuador,
Honduras, Costa Rica, Paragua y Venezuela).
5. En
cinco (5) de estas nueve (9) elecciones (Ecuador, Chile, Costa Rica, Colombia y
Brasil) fue necesario ir a un balotaje para decir al presidente. Esta es una
característica muy importante porque antes era más fácil ganar en primera
vuelta. En las últimas elecciones en América Latina, ahí donde hay segunda
vuelta, hubo que ir a una segunda vuelta porque no se pudo definir en esa
primera vuelta. Y la lógica consecuencia de esto es la sexta característica.
6. En
todas estas nueve elecciones, salvo en la de México, donde AMLO no solamente
ganó con el 53%, sino que quedó con la mayoría en la Cámara de Diputados, con
mayoría en el Senado, etc., ninguno de los otros presidentes logró mayoría
propia, lo cual son presidentes en minoría frente a sus congresos y la
dificultad de hacer funcionar estos presidencialismos en coaliciones está
generando grandes dolores de cabeza a los presidentes para pasar las
importantes reformas económicas, fiscales, del sistema de pensiones, que hacen
falta porque no está la cantidad de apoyo político que hace falta.
7. Los
grandes escándalos de corrupción que recorren la región (Lavajato y Odebrech)
junto con los altos niveles de inseguridad ciudadana fueron dos temas muy
presentes en casi la totalidad de las campañas electorales y en algunas de
ellas fue un factor casi que determinante para que los candidatos se
convirtieran en presidentes, particularmente Bolsonaro en Brasil y AMLO en
México.
8. (Y esto es lo más disruptivo que estamos
viendo) En varios de estos procesos, las redes sociales jugaron un papel de
vital importancia, no la televisión, no la radio, no los periódicos. Esta
aceleración tecnológica de la que habla
Thomas Friedman determina que las redes sociales son las que están llevando -en
muchos países- el liderazgo en materia de las campañas. Entonces, estamos
regulando medios que en muchos casos ya, muchos candidatos no están usando.
Bolsonaro, por ejemplo, tenía siete segundos de televisión que no usó,
Bolsonaro basó su campaña a través de Whatsapp. Hizo su discurso de la noche de
que había ganado a través de Facebook Live, y la hizo desde su casa, sentado en
una mesa, con su mujer y con tres libros (la constitución brasilera, la
biografía de Churchill y la biblia –en agradecimiento a un apoyo muy importante
de los grupos evangélicos, que es tendencia. Los grupos evangélicos vienen
ganando (que no quiere decir que sea ni bueno ni malo) una influencia cada vez
mayor en un número importante de procesos electorales (Brasil, Costa Rica,
Guatemala, Uribe (para ganar el No), AMLO…).
9. Como
efecto de la conclusión del período de Michelle Bachelet, en marzo de 2018, en
la actualidad no hay ninguna mujer presidenta en América Latina, por lo tanto,
las fotos que sacamos en las cumbres, salvo si asisten las vicepresidentas, si
es una cumbre a la que asisten todos los presidentes, es prácticamente una foto
del siglo XIX: Todos hombres. Este es un elemento de la mayor significancia a
lo cual hay que prestarle la mayor atención.
Resumiendo: Los resultados de esta maratón
electoral están reconfigurando políticamente la región, sobre todo América del
Sur donde vemos una tendencia a favor de gobiernos de derecha en sus versiones
(ultra (caso Bolsonaro) o más bien liberal (Macri y Duque). Una crisis de
gobiernos y partidos de centro-izquierda que hasta hace poco dominaba toda
América del Sur prácticamente, y un creciente debilitamiento del ALBA. La situación es de mayor
heterogeneidad en México y en Centroamérica, pero habrá que esperar los
resultados de las tres elecciones que tendrán lugar en 2019 en Centroamérica y
sobre todo los resultados de los tres procesos presidenciales que van a tener lugar
en América del Sur antes de emitir una opinión definitiva acerca de si la
región ha entrado en un nuevo ciclo político con claro predominio de la derecha
o si, por el contrario, se va a mantener la actual heterogeneidad ideológica.
Permítanme hacer
acá una precisión: Yo estuve en América del Sur hace poquitos años atrás, salvo
Uribe/Santos (dependiendo de quién estaba, salvo Colombia), el resto era
izquierda o centro-izquierda (Venezuela, Ecuador, Perú, Argentina, Brasil,
Honduras, Uruguay, Chile), nos quedaba Paraguay y Colombia. Hoy, dependiendo de
lo que pase en estas tres elecciones (Uruguay, Argentina y Bolivia), puede
darse el caso extremo (y por eso estamos viendo un cambio muy importante entre
ellos en el Grupo de Lima frente al tema del caso de Venezuela, antes Venezuela
tenía un Unasur que le ponía una sombrilla de protección al chavismo, hoy la
reconfiguración geopolítica de la región hace de que la mayoría esté en contra
del gobierno de Madura. Si Evo no logra su tercera reelección, si el Frente
Amplio pierde la continuidad de su cuarto gobierno en Uruguay, y si Macri
repite, estaríamos ante la situación de que el único país de izquierda que
quedaría en América del Sur es Venezuela… quedaría Venezuela totalmente aislado.
Y ese es uno de los procesos más importantes como resultado de este ciclo
electoral.
Pasemos ahora al
cuarto punto: La calidad de la democracia en América Latina. En los últimos
años el debate académico en torno a la democracia ha ido girando cada vez más
en relación con la calidad de la democracia. Existe hoy una literatura
abundante sobre el tema, así como una gran variedad de metodologías e índices
en torno a la calidad de la democracia. Para abordar este punto debido a lo
limitado del tiempo voy a usar el índice democrático de The Economics que sí
esquematiza a la democracia, la clasifica en cuatro grupos: democracias plenas,
democracias imperfectas, regímenes híbridos y regímenes autoritarios. El índice
de los 18 recientemente publicado y fue una mala noticia para la región. En
términos generales el promedio regional vuelve a sufrir un deterioro en los términos de la calidad de la
democracia, cae a unos porcentuales a
6.24 en promedio. En términos de clasificación
hay algunos reacomodos. Dos países de los 18 de la región son únicamente
democracias plenas, que son Uruguay y Costa Rica, que vuelve al lugar de
democracia plena. Diez países, incluido la República Dominicana, son
considerados democracias imperfectas. Y ahí es la gran diversidad, ahí está desde
México, pasando por Argentina, pasando por Brasil, pasando por
El Salvador. ¿Cuántos gobiernos son considerados regímenes híbridos? Es decir, que no son democracias, pero que tampoco son gobiernos autoritarios, ahí está Guatemala, Honduras, Paraguay y Bolivia. Y tres regímenes son considerados autoritarios, que son Cuba, Venezuela y el deterioro gravísimo de la situación política en Nicaragua y las graves violaciones a los derechos humanos, más de 380 personas asesinadas por el régimen autoritario de los Ortega-Murillo, provocan de que en Nicaragua haya caído en un gobierno autoritario.
El Salvador. ¿Cuántos gobiernos son considerados regímenes híbridos? Es decir, que no son democracias, pero que tampoco son gobiernos autoritarios, ahí está Guatemala, Honduras, Paraguay y Bolivia. Y tres regímenes son considerados autoritarios, que son Cuba, Venezuela y el deterioro gravísimo de la situación política en Nicaragua y las graves violaciones a los derechos humanos, más de 380 personas asesinadas por el régimen autoritario de los Ortega-Murillo, provocan de que en Nicaragua haya caído en un gobierno autoritario.
Quinto punto: De
estas democracias, que como vemos hay una gran diversidad clasificadas en
cuatro grupos, ¿Cuáles son los principales retos? Los voy a mencionar, pero yo veo
diez desafíos importantes para la región en esta coyuntura.
1.
La debilidad de las principales instituciones de
la democracia representativa, en especial la debilidad de los partidos
políticos. Los partidos políticos vienen cada vez perdiendo mayor confianza
ciudadana, vienen debilitándose. Promedio regional, de acuerdo a
Latinobarómetro, solo el 13% de los latinoamericanos confían en los partidos
políticos, están en el sótano de la preferencia de todas las instituciones. Los
otros más desprestigiados, similares a los partidos políticos, son los
parlamentos, que tienen tan solamente la confianza del 21% promedio regional. A
su vez el Latinobarómetro muestra una desconexión de los ciudadanos con los
partidos políticos, promedio regional 58% de los latinoamericanos dicen que no
pertenecen ni están adheridos ni simpatizan con ningún partido político, por lo
tanto estamos haciendo política en un momentos diferentes a como era antes.
2.
El fenómeno del hiperpresidencialismo. En la
mayoría de las democracias latinoamericanas la presidencia tiene un enorme
poder, que llega –incluso- a veces a comprometer la independencia de los otros
poderes del Estado. Cabe tener presente que uno de los grandes desafíos de las
democracias, como bien lo prescribe el artículo 3 de la Carta Democrática
Interamericana no radica únicamente en que los presidentes sean electos
democráticamente, sino también que gobiernen de manera democrática, es decir,
que tanto la legitimidad de origen como la legitimidad de ejercicio queden
sometidas al imperio del estado de derecho y que se respete plenamente la
división de poderes.
3.
La fiebre reeleccionista que recorre América
Latina y varios países, incluido la República Dominicana. Al inicio de la
tercera ola la región era una región claramente antireelección y luego, por
etapas sucesivas, esta región –totalmente antireeleccionista- se fue
convirtiendo en una región no reeleccionista. Quien inyecto el virus
reeleccionista no fue la izquierda, fue la derecha, fue Fujimori (Perú), fue
Menem (Argentina), y Fernando Enrique Cardoso en Brasil, diciendo estos tres
presidentes han hecho una magnifica tarea en contra de la inflación (Menem y
Brasil) y en Perú, además de la inflación, está haciendo una buena tarea
(decían en ese momento) en controlar el terrorismo, por lo tanto, cuatro o
cinco años no es suficiente, reformemos la constitución para que estos
presidentes que están haciendo una estupenda tarea puedan continuar un período
más. Fernando Enrique reformó la constitución, se quedó cuatro años y se fue; Menem
reformó la constitución y dijo: “Dos períodos no son suficientes ¿Qué tal si le
metemos un tercer período?” Y no le funcionó. Fujimori, sí le funcionó porque
lo logró, pero después terminó haciendo un fraude que terminó provocando su
salida y hoy su prisión. A esa primera ola de reformas en materia de
reelección, vino la segunda ola, no ya de la reelección consecutiva, sino de la
reelección indefinida, y esa la inauguró Chávez, la siguió Daniel Ortega, la
siguió Rafael Correa y Evo Morales, es decir, ¿Por qué nos vamos a conformar
con dos períodos? Quedémonos todo lo que el pueblo quiera, y mientras sigamos
haciendo una buena tarea, que el pueblo nos siga votando, pues no hay nada
antidemocrático en eso. Cuando eso no prosperó, y empezaron a decirles: “Usted
no puede volver a cambiar la constitución”, entonces se idearon otra fórmula. “¿Por
qué no le decimos al poder judicial que prohibir que uno se pueda volver a
presentar o es inconstitucional –con lo cual hay un problema jurídico porque
quiere decir que es inconstitucional la constitución,- (es un tema que se las
trae. Me imagino que ustedes estarán familiarizados)… Eso lo hizo Arias en
Costa Rica (solo que no estaba en el poder) y lo hizo Daniel Ortega en
Nicaragua. Ortega dijo: “Si lo hicieron los ticos por qué no podemos hacerlo
los nica”. Eso también lo hizo Hernández en Honduras (donde sacaron en pijamas
a Zelaya solo por haber osado pensado en la reelección). Y Evo Morales dijo ¿Y
por qué yo no? Oiga: Primero vamos a hacer un referéndum para ver si yo me
puedo repostular. Hizo el referéndum y lo perdió, por ahí no vamos. Entonces
dijo: Yo voy a respetar el referéndum, pero eso no quita que el tribunal
constitucional no haga una lectura de si la constitución boliviana que él mismo
promovió y redactó conflictúa o no con el artículo 23 de la Convención Interamericana
de los Derechos Humanos que es la que protege los derechos constitucionales. Y
el Tribunal Constitucional dijo que la constitución está violando el artículo
23 de la Convención Interamericana y Evo le dijo a la presidenta del TE –por lo
cual ella renunció (dijo esto no es serio)- usted no tiene ninguna posibilidad
que no es cumplir con la sentencia del TC que le obliga a aceptar la reelección
del presidente Morales.
4.
El tema del financiamiento político sobre todo
la relación del financiamiento político con el fenómeno de la corrupción.
Financiamiento político importante per se, pero financiamiento político
importante como la puerta de entrada a muchos escándalos de corrupción que
hemos visto en AL. En las declaraciones de Marcelo Odebrecht son el mejor
(todos aquellos que venimos trabajando el tema de financiamiento político desde
hace 30 años tenemos que admirar la capacidad de Marcelo Odebrecht para
escribir la mejor tesis y el mejor libro sobre cómo se hacía el financiamiento
político en AL, mientras nosotros los politólogos escribíamos cosas, las
declaraciones de Marcelo Odebrech en el caso de Lavajato son ejemplares desde
el punto de vista del poder y de la organización con asesores de campaña, etc,
etc.
5.
Los elevados niveles de inseguridad ciudadana y
que son gravísimos para la región. La mayor parte de estas 150 mil muertes que
ocurren en la región son gente joven. En 12 años, un poquito más, hemos perdido
2.5 millones de vidas humanas en la región, es como si hubiese desaparecido
todo Chicago, esa es la dimensión del tema de la inseguridad.
6.
Los ataques a la independencia de justicia y la
pérdida de la confianza en el poder
judicial, un tema central. Muchos de estos temas, estamos viendo que se interpretan: Lo que la política no
puede resolver per se, lo está resolviendo la justicia, por lo tanto se termina
judicializando la política y se termina politizando la justicia. Y eso es
nefasto para nuestros países. O estamos utilizando justicia para iniciar
proceso de investigación sobre temas de corrupción (el caso del juez Moro en
Brasil es un clásico, con un gran protagonismo en Lavajato, termina siendo el
hombre que le impide a Lula poder participar en la campaña electoral, aplicando
lo que en Brasil se llama la doble sentencia, termina siendo el ministro de
justicia de Bolsonaro). Hay temas de mucha gravedad en esto.
7.
Los bajos niveles de presencia de la mujer en
los partidos y en la política pese a todas las reformas muy importantes que se
han hecho hoy a nivel mundial, el promedio de la presencia de la mujer en los
congresos de AL es de 28%. Hemos hecho avances pero hay mucho camino por
recorrer y esto debe ser una prioridad.
8.
Los desafíos que provienen del rápido ascenso de
la tecnología y de la utilización creciente de las redes sociales. En esto la
mayoría de los organismos electorales están en pañales, es muy difícil el cómo
regulo a las redes sociales sin violentar la libertad de expresión. Con
tecnologías disruptivas que van cambiando cada dos o tres años, por lo tanto,
cuando uno le hizo un marco regulatorio a esa tecnología cambio, ya se
readaptó, ese es uno de los desafíos crecientes que hay.
9.
Y el tema de la pobreza y el de la desigualdad
que en AL terminan generando un caldo de cultivo. Cuando uno tiene crecimiento
económico mediocre, niveles altos de pobreza, niveles altos de desigualdad,
niveles altos de inseguridad, niveles
altos de corrupción, todo ello potenciado por redes sociales, va generando un
caldo de cultivo, que genera un ambiente tóxico para la política, pero también
genera un desprestigio enorme para los partidos tradicionales, y genera la
posibilidad de que surjan estos candidatos anti establishment, el caso de
Bolsonaro es un ejemplo perfecto de cómo la conjugación de todos estos factores
inciden.
Y el otro tema
que estamos viendo es el siguiente: Tradicionalmente, lo que perdía el
gobierno, lo ganaba el partido de la oposición.
Y así íbamos teniendo alternancia. En algunos países sigue existiendo
esto, en muchos otros países lo que pierde el gobierno, no necesariamente va a
la oposición. Ese poder puede ir a cualquier lado como ocurrió en las
elecciones de El Salvador.
(La grabadora se disparó y no se terminó de grabar la conferencia en su totalidad, pero lo grabado y transcrito corresponde aproximadamente al 97% de lo expuesto por el experto internacional).
(La grabadora se disparó y no se terminó de grabar la conferencia en su totalidad, pero lo grabado y transcrito corresponde aproximadamente al 97% de lo expuesto por el experto internacional).
La transcripción del audio es de la completa responsabilidad de la periodista Patricia Báez Martínez.
*Daniel Zovatto es experto en democratización, elecciones y gobernabilidad, director para América Latina y el Caribe del Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA).
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