Se caracterizaron por operar en
la clandestinidad, por el conflicto interno y externo, por la discusión
teorética, por las reglas y el orden en las reuniones, por llevar un periódico
subversivo y/o un libro en las axilas, por ser víctimas del hambre, por la
necesidad de una buena camisa, un buen pantalón y un par de zapatos sin hoyos
en las suelas. Se convirtieron en obsoletos con el fin de la triangulación de
la política dominicana (Balaguer-Bosch-Peña). Algunos siguen teniendo ese
aspecto de obsolescencia, pero otros no, otros tienen un brillito aportado por
los sindicatos profesionales, por las academias, por el trabajo en el sector
privado y hasta por los negocios. Ya se les perdona el egoísmo: Degustar un
almuerzo delante de los demás compañeros sin compartirlo con los demás (fíjese
que uso la palabra compartir, no ofrecer, porque de ofrecer: Cualquiera
ofrece).
Esa derecha de la izquierda está
y se siente a la vanguardia de esa masa de seres grises que dejó la mal
gerenciada izquierda dominicana, porque ellos, por la preparación y el espacio
que han adquirido en la sociedad, se han convertido en interlocutores con otros
grupos sociales, económicos y políticos. Y si no lo son, insisten por ello.
Viven en casa propia, tienen vehículo, celulares modernos, viajan a Estados
Unidos, Inglaterra, La Francia… y no sienten rubor de publicarlo, porque es una
nueva izquierda, la del siglo XXI, la que se ha ido asimilando a la las reglas
del sistema para subsistir, pero queriendo conservar la etiqueta de izquierda
aunque sea por lo bajo, porque eso le granjea el apoyo de la masa de
izquierdistas grises.
A pesar de todos esos avances
económicos y sociales de los derechistas de la izquierda, continúan con la
estrategia de implementar en este país insular, caribeño y atrasado, las
experiencias foráneas. Cuentan con telecable e Internet para ver desde la Primavera
Árabe, pasando por el impeachment a Dilma Rousseff en Brasil, hasta la crisis
venezolana, eso les da un aura de guruses de la realidad internacional y se han
creído, pies juntillas, de que República Dominicana puede vivir un proceso
realmente democrático y democractizador sin violencia. Se les olvida la historia de autoritarismo,
presidencialismo, caliezaje, arribismo, despotismo e impunidad que nos ha
caracterizado.
La derecha de la izquierda está
luchando contra la corrupción y la impunidad, pero –al parecer- de impunidad
sabe poco, porque es precisamente la impunidad el elemento que nos ha
obstaculizado salir de la fuerza centrífuga de la corrupción. Los gobernantes
de todos los partidos criollos se sienten seguros en el sistema de
desinstitucionalización e impunidad al que nos hemos adaptado como sociedad, y
nunca abandonarían el Poder porque así se lo exija una marea verde, que ya no
sabe de qué forma vocear que el actual Presidente es inconstitucional por el
financiamiento de Odebrecht a su campaña política y por la modificación de la
Constitución para permitirle la reelección. En un país igual de chiquito y
pobre, pero con institucionalidad y democracia efectiva, ya el Presidente
hubiese renunciado para ponerse a disposición de la justicia.
Los derechistas de la izquierda
que quizá se estén creyendo el argumento clasemedista de que la lucha social
hoy es pacífica (tal vez les conviene, más que creerlo), y renuncian a los
elementos de lucha legítimos y posibles que tiene este pueblo esquilmado y
ultrajado, se vuelven de esta forma cómplices del estatus quo, máxime cuando
pretenden constituirse en la crema y nata de los movimientos progresistas
aglutinados en el Movimiento Verde para negociar con el Gobierno o con partidos
de la oposición a nombre de toda una colectividad a la que no representan ni la
sienten suya a menos que no sea para las fotografías que les da visos de
líderes y lideresas.
La derecha de la izquierda no
debe equivocarse, porque los tiempos han cambiado. Toda la experiencia negativa
acumulada por décadas de militancia en movimientos de izquierda y/o
progresistas, el descalabro del sistema de partidos tradicional, el secuestro
de la institucionalidad política y jurídica, el cambio de siglo, son todos
elementos que condicionarían la respuesta de esa masa gris de la izquierda
dominicana: De los oprimidos que siguen viviendo en la indigencia, vistiendo
sus pantalones caquis, las camisas con el cuello gastado y los zapatos con
hoyos en las suelas. Esos que no han pasado aún de ser carne de cañón. Cuidado
con negociar con el sudor, las lágrimas y la sangre de este pueblo mil veces
pisoteado pero digno, porque el cambio que demanda esta sociedad implicará
también librarnos de esa derecha de la izquierda.
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