lunes, 6 de diciembre de 2010

Alvarito llegó con pilas nuevas y le entró al aumento de precio de servicios de la JCE y de la electricidad

Por Patricia Báez Martínez

El legendario comunicador de El Gobierno de la Mañana, Don Álvaro Arvelo hijo, se reintegró este lunes al afamado espacio radial, tras nueve semanas de ausencia en las que estuvo de licencia médica producto de la operación a que fue sometido en su pulmón derecho para extirparle un nódulo.

Hoy los dominicanos volvieron a escuchar el acostumbrado: “Yyyyyyyy amanecemos hoy...”, para luego ser partícipes del malestar que al propio comunicador le causan los aumentos en el precio de las tarifas de los servicios de las Oficialías del Estado Civil y de la factura energética; y el descalabro que sufre Haití -en medio de escombros, cólera y unas elecciones cuestionadas- ante la mirada indiferente de la comunidad internacional.

1.- El aumento de la tarifa de los servicios de las Oficilías del Estado Civil

Para “Alvarito” el aumento en estos servicios es un abuso innecesario, que de paso no le hace bien a la imagen del nuevo presidente de la Junta Central Electoral (JCE), Roberto Rosario Marquez.

Recordó que a la gente, a los de abajo, hay que ponerle las cosas fáciles y que si la JCE tiene deudas, no es a los usuarios de los servicios que hay que cargarle esos compromisos con nuevos impuestos, y en ese sentido preguntó que pasó con un préstamo que gestionaría esa entidad para pagar la deuda de 700 millones de pesos que tiene con suplidores.

“La Junta tiene su presupuesto, no es excusa, no podemos volver a lo mismo, a recargar al consumidor... es impopular” (la medida), aunque reconoce que no se puede actuar para complacer a todo el mundo, porque “uno no es monedita de oro”.

2.- El aumento de un 11% a a factura energética

El comunicador dijo que tanto la Superintendencia de Electricidad como la CDEEE son responsables del aumento del 11 por ciento en la factura energética que se anunció los primeros días de este mes, porque se doblegaron ante una exigencia del FMI, y criticó que sólo ahora se informara que era una condición de ese organismo para continuar el acuerdo con el Gobierno.

“Ello debieron decirle al FMI que la gente no aguanta más el aumento de la tarifa, que esto es algo que se sale ya de control”, dijo.

Entiende que es un abuso para el pueblo dominicano el aumento de la factura energética, ya que de por sí paga la factura más cara de todo el mundo.

Recordó que el aumento de la energía tendrá un efecto inflacionario en toda la economía. Y consideró que, al menos, Francisco Méndez (de la Superintendencia) y Celso Marranzini (de la CDEEE) debieron decirle al Fondo que no estaban de acuerdo.

“Es una situación intolerable de parte de las tres instituciones”.

3.- Haití es un caos que nos salpica

Álvaro Arvelo hijo dijo a través de los micrófonos de la Z101 que se cumplió el vaticinio que hizo el 13 de enero de este año, un día después del devastador terremoto que sufrió Haití, cuando dijo que toda esa ayuda ofrecida Haití, todo ese humanismo que exhibían políticos, artistas y “Villega y tó el que llega”, era solo una pose.

“Haití era un allante, Haití era una aguaje, Haití era una forma de figureo”.

Se preguntó dónde están los 11 mil millones de dólares que se dijo se habían recaudado en ayuda humanitaria. “¿Dónde están? Y si los dieron ¿Dónde están? ¿Qué hicieron con ellos?”

Resaltó los aportes que ha hecho República Dominicana, que con todo y sus limitaciones ha sido el país que más ha ayudado a Haití ante el terremoto y la epidemia de cólera.

“En medio del terremoto hablando de elecciones, una burla, donde no había para comer, donde no había una aspirina, sin ropa, sin agua, donde no había un techo para refugiarse, ¡Oh, qué maldición! Ahora viene el cólera, que tenía un siglo eliminado en Haití... ya ha matado una cantidad que no se puede cuantificar y de paso se nos ha pegado a nosotros...”

Sobre las elecciones de ese país, de las que se dice hubo fraude y se pide la anulación, dijo que es un problema más que se suma a esta situación explosiva en Haití, que aseguró se reflejará en la frontera, por lo que recomendó a las autoridades dominicanas que tomen medidas preventivas.

Consideró esas elecciones una charlatanería.

Y volvió a poner el dedo sobre la llaga, llamando abuso a los aumentos de los servicios de la JCE y de la factura energética.

!Llévatelo, Cundo!

jueves, 9 de septiembre de 2010

El Seibo es un feudo jacobino

La elección de la diseñadora de modas Yvonne Chaín Sasso como senadora por la provincia de El Seibo, demuestra no sólo hasta qué punto son utilizadas las mujeres por los hombres en sus objetivos político-económicos, sino el descaro con que se maneja el PLD en su sabana de poder que va desde la avenida México hasta la Jimenez Moya, y que se ha extendido con los fondos del erario nacional por toda la geografía nacional.

Yvonne Chaín Sasso es la suegra de Ricardo Jacobo, director del Inespre, ex precandidato a senador por la citada provincia cuya candidatura no fue inscrita por la Junta Central Electoral a pesar de su opulencia económica y cercanía con el Presidente, por el simple, sencillo, pero constitucional hecho de no haber nacido ni residido por cuatro años consecutivos en la demarcación por la que pretendía postularse en las elecciones recién pasadas.

¿Que ella es la suegra de Jacobo? ¿Y? Si ya el nepotismo no es nada nuevo en estos lares, pero en verdad no fuera nada si las otras dos personas que conformaban la terna de tres nombres sugeridos por el Presidente al Senado no son esposa y hermano del funcionario: Franchesca Trigo y Cristian Jacobo Cabrera, toda una “terna familiar”.

Las interpretaciones van desde que el Comité Político y el Presidente aceptaron y refrendaron la terna reconociendo en Jacobo su potestad sobre la vacante que dejó su padre al morir, hasta que el interés forma parte de una estrategia principesca de colocar a otro “hombre del Presidente” en el Senado; otro Reinaldo, o -mejor dicho- otro Bautista, después de que “la reelección podría generar tensión” dentro del PLD.

Lincoln Jacobo fue la figura con más luz dentro de este entramado político familiar. Aceptó participar las elecciones para complacer las aspiraciones truncadas de su hijo, pero la vida le jugó una mala pasada, muriendo antes de asumir la curul de Senador. Las aves de carroña ya sobrevolaban por Palacio buscando ser premiados sin el menor esfuerzo con el cargo que se ejerce sobre el barril.

Ricardo Jacobo, ni tonto ni perezoso, movió sus piezas en el PLD y en el Palacio para que la terna estuviera compuesta por gentes de su entera confianza, gentes que al poder demostrar, en no más de dos años, una supuesta residencia en El Seibo, renuncien y él sea, ¡por fin!, el senador de ese hato.

No puede haber futuro más ominoso para un pueblo, que alguien sin arraigo en él, se arrogue el derecho de que es su feudo.

Sería mezquindad no reconocer el esfuerzo que hizo el joven funcionario en lograr, por los mecanismos correctos, pero de forma incorrecta, ser el candidato del partido de Gobierno en ese pueblo de transición familiar para él, pues ni su padre, ni su madre, ni él nacieron allí; pero no seamos tontos, no nos chupemos el dedo gordo del pie. Ricardo Jacobo instaló sus carpas en El Seibo y construyó y distribuyó gracias a su cercanía con el primer mandatario y a los recursos que les fueron puesto en sus manos.

Es muy fácil así.

Como no fue él, fue su padre, y si aún pasados los comicios no podía ser él porque aún la Constitución se lo impedía, sería su suegra, su esposa o su hermano, toda una dinastía de trepadores políticos; con el perdón de la memoria de Lincoln Jacobo, un hombre que sin conocerlo merece respeto y que a sus 68 años no necesitaba ser legislador, pero que amaba a su hijo y con él, sus sueños.

Falló el Comité Político, falló el Presidente y falló el Senado, todos estos estamentos de decisión democrática y colectiva partidaria y estatal, supeditaron sus poderes, sus prerrogativas, a la voluntad de una sola persona, al deseo de un solo hombre; y como si la sociedad fuera una familia, como en realidad lo es, estamos mal criando a nuestros hijos, complaciendo -sin más- sus deseos como si de comprarle un carrito de cuerda se tratara. E.P.D. para los girondinos de El Seibo.

jueves, 17 de junio de 2010

Se "trata" de candela por arriba y candela por abajo

Para aquellos dominicanos que han logrado una carrera profesional o un nivel económico holgado, resulta cuesta arriba pensar en viajar ilegal a Puerto Rico, Estados Unidos, España, u otro país cuya moneda sea exponencialmente más cotizada que el peso dominicano. Les resultan descabelladamente arriesgados esos viajes que terminan en zozobras de yolas en altamar, muertes en el tren de aterrizaje de los aviones, en trata de blanca y hasta tráfico de estupefacientes. Es cierto, es descabellado. Sin embargo, “el corazón de la auyama solo lo conoce el cuchillo”.

Mientras apenas el 25 porciento de los estudiantes de la principal universidad del país logra obtener un título universitario, la tasa de desempleo se sitúa actualmente en 15 porciento (según datos de la Cepal), cifra que alcanza hasta un 30 porciento entre los jóvenes. El 20 porciento de la población nacional vive en condiciones de pobreza, mientras un 10 porciento se reparte el 50 porciento de las riquezas. ¿Dónde quedan pues las esperanzas de millones de dominicanos sin formación y/o oportunidades a acceder -como mínimo- a un sueldo de miseria?

Las esperanzas se esfuman y a los sueños le nacen alas que transportan a esos ciudadanos a las frias calles de una ciudad donde las condiciones de vida son mejores, aunque no se igualen a las de los nacionales o nacionalizados de esos países. Es mejor ser marginado allá que aquí, dirían ellos. Una visa, un machete, una yola, un furgón, un contrato de trabajo dizque para trabajar en una casa de familia, en fin, cualquier vía que les permita salir de estos 48 mil kilómetros cuadrados de los que no poseen ni un metro de tierra y un jorcón.

Al acecho están los traficantes de mujeres y niños, los coyotes, los capitanes de viajes en yola, los inspectores de migración corruptos; todos amparados -de una u otra forma- por un funcionario o militar “conectado”. Si el viaje termina con éxito y la persona logra su objetivo sin que sean violentados sus derechos humanos, ¡bien! Este artículo no tendría por qué haber sido escrito ni usted por qué leerlo. Mas esos aspirantes a una vida mejor son generalmente engañados por mafias bien o mal organizadas, pero a fin de cuentas engañados.

Y de ahí los casos de dominicanos muertos o asesinados intentando llegar a “mejores tierras”, tratando de cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, o de llegar a Puerto Rico en un contenedor, o a Miami en el tren de aterrizaje de un avión, o en un burdel de algún país europeo o centroamericano. Y a ese viacrucis todo lo ilegal se le une, como si no fuera suficiente ser un ilegal en tránsito: Tráfico de drogas, de armas, robo, violaciones sexuales, prostitución, extorsión, trabajo forzoso y un sin fin de desgracias más.

Si se quedan, se joden, si se van se los come “el cuco”, no importa el color que tenga. Definitivamente están como la arepa: Candela por arriba y candela por abajo.

jueves, 4 de febrero de 2010

Factor mediático

Personalidades de la opinión pública nacional criticaron el hecho de que la Secretaría de Estado de la Juventud entregara el Premio Nacional de la Juventud a Martha Heredia, la Latin American Idol 2009. Los argumentos esgrimidos giraban todos en torno a que en el país hay muchos jóvenes haciendo un trabajo más arduo y beneficioso para la sociedad, que la participación de la joven galardonada en ese reality show internacional.

Es cierto. Es más fácil decir: quiero cantar y cantar sin siquiera pasar por una escuela de música y canto, que trabajar durante años como voluntario o voluntaria de la Cruz Roja Dominicana, la Defensa Civil, Ciudad Alternativa, o crear una ONG en un barrio para ayudar a los jóvenes contemporáneos a salir del vicio de las drogas, o trabajar para evitar el embarazo en adolescente.

Sin embargo, ignoran estos comunicadores el factor mediático que tanto les ha favorecido para sus propósitos personales. Economistas, médicos, abogados, empresarios, políticos, chef, entre otros profesionales, se han valido de los medios para catapultar sus carreras o posicionarlas más, incluso, para beneficio personal, convirtiendo sus lenguas en saetas del bien y el mal.

Marta Heredia, a través de Latin American Idol, fue víctima y parte del factor mediático, más que esos jóvenes que tratan de defender segmentos de la opinión pública sin siquiera poder llamarlos por su nombre, porque -precisamente- esos jóvenes trabajadores y emprendedores de nuestra sociedad no cuentan con apoyo de los medios o no les interesa.

Es injusto culpar a Martha Heredia de ser la figura más visible e impactante de la juventud en los últimos meses. Es posible que aún no se mereciera el premio o que otros lo merecieran más, pero todo es parte de un juego socio-mediático, en el cual el que más se deja ver y sentir en los medios es quien lleva la ventaja. Roberto Santana, Pedro Silverio, Andy Dauhajre, César Medina, Altagracia Paulino, Víctor Gómez Casanova, entre otras connotadas figuras de la sociedad saben mucho de ello.

sábado, 16 de enero de 2010

Los haitianos conviven con la muerte



Por Patricia Báez Martínez para Z101digital.com

PUERTO PRINCIPE.- Las horas pasan lentas en Haití luego que el martes 12 de este enero un azaroso sismo de 7.3 grados en la escala Richter devastara en apenas un minuto la ciudad de Puerto Príncipe y gran parte del país más pobre de la región. Ya muchos de ellos se han resignado a que aquellos que quedaron bajo los escombros están muertos o no podrán ser rescatados: hasta el momento de escribir estas líneas era evidente la falta de una dirección, una estrategia, una logística, y mucho menos equipos de rescate y combustible.

¿Cómo lo deben haber sabido los más de cien niños y el personal médico y administrativo del Nos Petits Freres et Soeurs (un hospital infantil dirigido por médicos extranjeros), ubicado en Petion Ville, el exclusivo sector de Puerto Príncipe? Quedaron sepultados bajo los escombros y a pesar de que llegó una grúa a hacer labores de rescate, tuvo que ser detenida por falta de combustible, luciendo vencida ante tanta mole, como los socorristas cubanos que llegaron el mismo martes en la noche y no pudieron hacer nada por falta de equipos de rescate ligeros y pesados. Y es que en Haití no hay de nada, ya lo sabíamos, pero no se había constatado en medio de la desgracia.

Pero hay que seguir adelante, el pueblo haitiano siempre ha sacado fuerzas de donde no hay, al punto que una señora regordeta ya puso un puesto de comida a cinco metros de lo que antes fue el hospital infantil y de los cuerpos que aún yacen allí. Si aún se escucharan los gritos de los niños y los adultos pidiendo ayuda, de seguro hubiese buscado otra esquina, pero las voces se agotan y los ojos se cierran con el paso de las horas.

Otros caminan como hormigas, en fila y apurados, por una calle paralela a un cul de sac con cientos de cadáveres putrefactos apilados uno sobre otro, a sol y sereno. El hedor se extiende por toda la ciudad, es un solo olor a muerte de pobre; pobre tan pobre, que aún en la desgracia no tiene el derecho de descansar en una fosa, aunque sea compartida. Se habla de 100 mil muertos, pero es imposible establecer el número de fallecidos, en especial, después de pasadas las 72 horas del evento telúrico, cuando las posibilidades de sobrevivencia de los atrapados en los escombros se reduce de manera considerable.



El deterioro de las vías de comunicación terrestres y los escombros en las calles impiden que la ayuda llegue a Puerto Príncipe y sus barrios, especialmente Carrefur, Jacmel y Petionville, los más afectados por el terremoto, el más fuerte en la historia de la región caribeña. La gente en la capital haitiana no ha recibido la primera botella de agua, ni la primera ración de pan, mucho menos la mano amiga de un médico y sus pócimas curativas.

A un niño de 10 años se le pudren los pies en un refugio improvisado en las inmediaciones de la embajada dominicana. Se llama Koki y sufrió fracturas en ambas piernas, no puede caminar, mientras su hermana Alana, de 6 años, trata de cubrirse del sol con una sábana; ella sufrió golpes en el rostro. Y él y ella, como los demás niños en ese campamento, entretienen el hambre oliendo hierbabuena.

Haití prácticamente no tiene gobierno, el Presidente Préval no tiene casa ni despacho, el Congreso también colapsó, salvándose el presidente de esa entidad de casualidad -los dos congresistas a su lado perecieron-, tampoco hay autoridad religiosa, el nuevo encargado de la Minustah (ONU), el general chileno Ricardo Toro, aunque está empeñado en las labores de rescate, tiene a su esposa bajo los escombros del Hotel Montana. No hay piedra sobre piedra en Haití, ni siquiera cuando se trata de sentimientos.

La entereza humana y determinación de este oficial se hizo más que evidente cuando le dijo a militares y rescatistas dominicanos que a pesar de que su compañera está sepultada bajo las toneladas de escombros del hotel Montana, hay zonas más devastadas, como el Dowllard y que por el tipo de infraestructura hay más posibilidades de encontrar sobrevivientes. "La acción debe concentrarse en esos lugares" dijo.

El buque hospital Comfort que ofreció Estados Unidos todavía no había llegado el viernes a las 2:00 de la tarde. Llevar la ayuda por el mar podría salvar la situación que se ha presentado con la caída de la torre de control del Aeropuerto Toussaint Louverture, pero el puerto también necesita ser reconstruido, y es lamentable, porque es la vía de acceso más cercana a los sectores más golpeados.

Los haitianos están en las calles, caminan para arriba y para abajo, sin rumbo, otros huyendo. Unos esperando no saben bien ni qué ¿Qué harán ahora? Algunos que tienen familia en el campo piensan irse con ellos, pero lo más pobre de Haití es el campo: no hay tierra fértil, no hay agua ni crédito para la agricultura. República Dominicana se avizora en el horizonte como la única tabla salvadora.

La Organización Internacional de las Migraciones estimó que se elevó en un 10% el número de personas que intentan cruzar la frontera con República Dominicana. Algunos ya están en la frontera desde el miércoles, buscando refugio a lo que viene: la epidemia.

Ni los propios haitianos se atreven a respirar su propio aire sin cubrirse la nariz. Los muertos, los que no están bajo los escombros, están amontonados; a la orilla de la carretera y hasta han sido utilizados para hacer barricadas, en protesta por la lentitud con que se ha manejado la ayuda internacional. El hedor es insoportable. Otros han sido enterrados en fosas comunes o en una tumba improvisada en cualquier esquina, sin ningún tipo de registro ni de cuidado sanitario, sin siquiera cal. Los médicos dominicanos vaticinan una epidemia, pero pese a ello nada se ha hecho, no hay dirección en Haití.

La inseguridad crece por tanta necesidad, por tanto trauma

Algunos funcionarios van a ayudar armados, también algunos periodistas. Una se pregunta ¿cómo ayudar a alguien que crees que te va a agredir? ¿Cómo puede un ser tan golpeado como el haitiano y la haitiana hacerte daño? Pero todo es posible, la seguridad no está garantizada ni siquiera para el presidente Préval, que no sale del área del aeropuerto, porque no hay presencia militar ni policial. La mayoría de los funcionarios murieron o están heridos. En la calle no hay quién ponga el orden. El dolor, el hambre y la sed pueden hacer perder la cabeza al más juicioso. Además, todo se ha disparado de precio, un jugo –si aparece- cuesta 10 dólares, un galón de gasolina –si parece- 500 pesos. Un reloj caro, una cámara fotográfica o una lap top serían oro ante el agravamiento del hambre, la sed y de las secuelas del evento.

También se prevén desórdenes al momento que la ayuda llegue a las zonas afectadas, y no se descartan conatos de violencia. Tal vez a eso le temen los organismos internacionales y por ello se han dilatado en entregar la ayuda, pues no hay ningún tipo de seguridad para sus voluntarios. El asalto al almacén del Programa Mundial de Alimentos (PMA) así lo demuestra. La guerra por el agua está a punto de comenzar y será en Puerto Príncipe, donde todos los servicios colapsaron, entre ellos los vitales: agua, energía y comunicaciones.

El trauma psicológico ya está instalado. Es que se le cayó el mundo a los haitianos no solo el palacio de gobierno, el edificio de la ONU y la iglesia Santa Teresa, es que todo se fue abajo, especialmente porque estaba construido en laderas de tierras arcillosas, sin suficiente varilla y cemento. Los haitianos saben de construcción, por la experiencia que han adquirido en el campo de la construcción en RD, pero no son ricos para comprar el cemento a RD$270 y la varilla a RD$1,350, sin contar el transporte hasta allá y el mercado negro. Puerto Príncipe, la perla de Haití, ya no existe, hay que reconstruirla, comenzar de cero.

Ahora la preocupación del empresariado y parte de la opinión pública del país es la posibilidad de que al reconstruirse Puerto Príncipe, muchos haitianos decidan regresar por un tiempo a su tierra a trabajar y a aportar por la recuperación de su gente. La mezquindad no se amilana ni ante la tragedia humana y sale por cualquier grieta. Hay que ver cómo está Haití para entender que lo necesita todo, aunque nos quedemos sin nada.

Las cifras previas de esta historia



La población haitiana fue estimada en 8.7 millones en 2007.
El ingreso per cápita en Haití es de US$361 (menos de un dólar por día).
Se cree que -al menos- hay más de 1 millón de haitianos residiendo en RD.
El 80% de la población haitiana vive en la pobreza.
El 54% vive en la pobreza extrema.
Haití ocupa el lugar 150 en una lista de 177 países en relación al Índice de Desarrollo Humano (PNUD).
La fuga de cerebros está estimada en un 80%.
La esperanza de vida al nacer de los haitianos es de 57 años.
El número promedio de hijos por mujer es de 4.8.
La tasa de crecimiento poblacional por año se estima en 2.45%
Solo un 52.9% de la población está alfabetizada.
El 12 de enero a las 5:53 p.m. un terremoto de 7.3 en la escala Richter devastó Puerto Príncipe, la capital haitiana.
Puerto Príncipe, antes del sismo, contaba con una población de 3 millones de habitantes.
La ONU estima que unas 300 mil personas quedaron sin hogar.
Se presume que 2 millones de personas se quedaron sin alimento tras el movimiento telúrico.
El jueves 14 de enero la Cruz Roja Internacional estimó los fallecidos en 45 mil personas.
En esa misma fecha el primer ministro haitiano Jean Max Bellerive estimaba los muertos en 100 mil, hay quienes hablan hasta de 500 mil personas.
La ONU solicitó a sus países miembros más de 500 millones de dólares para la reconstrucción de Puerto Príncipe.



sábado, 2 de enero de 2010

Aquella tarde con Mahogany



Eran los tiempos en que cursábamos el séptimo grado en el Liceo Francisco Gregorio Billini de Baní y que coincidencialmente a ambas nos compraron unos bultos -tipo maletín- para ir a clases. Ambas soñábamos ser médicos (ahora diríamos médicas) y nos decíamos de manera mutua y con picardía futurista: “colega”.


Esa tarde -no recuerdo la estación, ni el mes, ni el día- llegamos a la parada de la guagua de El Cañafistol, en el Mercado Municipal de Baní, donde también estaba y está la parada de los motoconchistas del mismo campo, y éstos nos dijeron que la guagua estaba dañada, cosa que no era difícil, pero los ignoramos porque decían esto con frecuencia siendo falso para que los estudiantes nos fuéramos con ellos, gastando hasta el triple de pasaje. Impertérritas, juntas a un compañerito del mismo curso y campo, nos mantuvimos en la parada, viendo cómo caía el sol en un cálido ocaso sureño.


Al tiempo, comenzamos a sospechar de que “nuestros amigos”, los motoconchistas, tenían razón y decidimos –por economía- irnos a pie para El Cañafistol, ignorando yo que en la parada habían allí dos de mis hermanas. Simplemente echamos a caminar, con los restrojos del sol aguijoneando nuestros ojos. Y al punto de llegar al cerro que divide a El Cañafistol de Baní, venía subiendo la guagua que no sé si no se detuvo porque estaba subiendo una pendiente. Les hicimos señas, Mahogany, el otro niño y yo, con la ilusión de montarnos en la guagua y tomar los mejores asientos para regresar a casa.


Nada.


Cuando vi desaparecer el parachoques trasero del transporte de mi vista, no quise ni imaginármelo de regreso repleto de estudiantes que nos vociferarían. Empezamos a correr. Pero alcancé a ver unas gomas de motores y les dije a los chicos que las tomáramos para impulsarlas con unos palitos y así correr más rápido, pues la presión de ir golpeando el neumático nos mantendría siempre a buen ritmo, y así lo hicimos. Sin embargo, a escasos minutos de iniciar la estrategia, el niño, que no recuerdo su nombre, nos dijo que por ahí (por esos matorrales de bayahonda) salía un viejo que violaba a las niñas, y de inmediato puso el turbo y nos dejó atrás, solas y asustadas. Pero mi nombre es Patricia.


Ahora se sumaba un nuevo elemento a nuestro impulso por llegar al poblado: evitar ser violadas, porque en aquella soledad, atardeciendo, desamparadas en la más árida de las orfandades, con apenas doce años, las explicaciones de que el niño solo quería asustarnos, no bastan.


Parecíamos que jugábamos pero huíamos de la burla y del temor a un violador, que encima de todo era un viejo, y también buscábamos sin éxito el amparo de aquel niño que nos abandonó sin justificación ni explicación, a pesar de ser “nuestro amigo”.


Por fortuna y fuerza, cuando tomamos la orilla de la regola que acortaba el camino hacia nuestras casas, fue que vimos pasar a lo lejos la guagua por el camino principal, con mis hermanas mayores incluidas. Seguimos corriendo pero con más pausa, estábamos más cerca y empezamos a sentir esperanzas, pero aún no estábamos a salvo de ser violadas. Las bayahondas y sus historias silenciosas aún nos vigilaban.


Cuando llegábamos al puentecito para entrar a la campestre casa en que vivíamos, nos interceptaron mis hermanas, frescas y enérgicas. Llegamos juntas las tres a la casa; para mi fue una victoria. Mami nunca supo de mi experiencia, al menos eso creo. La libertad es un concepto muy arraigado en mi familia, que en algunos momentos ha servido para bien y en otros para mal. Fue una vivencia única: de arrojo, valentía, supervivencia, que nunca olvidaré, no sé si Mahogany lo habrá olvidado.


Ah, por cierto, ninguna de las dos somos médicas.



Post data: Inspirado por una imagen que envió Gerald Pérez por Facebook, la cual ilustra esta feliz memoria.