viernes, 30 de noviembre de 2018

Culmina curso Feminismos: Historia, política y eticidad impartido por Teresa Díaz Canals















Díaz Canals es filósofa y socióloga y ha ocupado diferentes posiciones en universidades e instituciones cubanas

Santo Domingo.- Terminó este jueves con éxito el curso ‘Feminismos: Historia, política y eticidad’, impartido por la socióloga cubana y doctora en filosofía Teresa Díaz Canals en la Universidad APEC (Unapec), en el cual se disertó sobre la evolución del feminismo desde su aparición -con la Revolución Francesa- hasta la actualidad, así como su implicación con la historia (contada por los hombres) la política y la ética.

La intelectual cubana, autora de los libros ‘El momento del agua’ y ‘Papeles de civismo’,  sostuvo que el feminismo camina de la mano con la ética y lleva implícito una revolución cultural, además de que existe una relación intrínseca entre feminismo y nación, es decir, que las feministas deben mostrar interés por los problemas nacionales, en especial, los que impactan la vida de la mujer.

“No es contra el hombre que tenemos que luchar, sino contra el patriarcado”, sostuvo Díaz Canals el último día del curso, que se impartió entre el martes 27 y el jueves 29 de noviembre en el Salón de Audivisuales de Unapec, con la asistencia de mujeres y hombres de diferentes instituciones de la sociedad civil que trabajan el tema de la mujer.

En el transcurso del curso, se habló del papel que jugaron feministas como Simone de Beauvoir, Rosa de Luxemburgo, Amelia Valcácel, Christine de Pizán, María Zambrano, Dulce María Loinaz, Virginia Woolf, Camila Henríquez Ureña, Celia Amorós, entre otras.
Para la filósofa y catedrática dominicana Lusitania Martínez, quien formó parte del público al que fue dirigido el curso, el feminismo dominicano se encuentra en la etapa de la premodernidad, aunque hace préstamos al feminismo postmoderno.

“Creo que existen tantos feminismos, que conflictúan el movimiento, sin embargo, es necesario tomar de cada uno de los tipos de feminismos lo mejor, sin ser eclécticos, porque es preciso situarse en un paradigma, aunque se tomen préstamos de otros paradigmas”, expuso Martínez en un momento en que tomó la palabra para responder a la periodista Nexy de León.

El curso se realizó gracias a los esfuerzos de la Fundación Padre Félix Valera (Cuba), de la Fundación Frederick Herbert, el Centro de Género de Intec, el Instituto de Género y Familia de la UASD y la Tertulia Feminista Magaly Pineda que dirige la feminista Yildalina Tatem Brache.

domingo, 4 de noviembre de 2018

Pena máxima para los asesinos de Emely y su criatura

La dominicana, es una sociedad acostumbrada a los abusos contra los infantes, en especial contra las niñas. Un embarazo, un matrimonio en la preadolescencia o adolescencia, pasa como algo normal en los cinturones de miseria de las urbes y en las zonas rurales. Mientras que las violaciones sexuales a niños y niñas atiborran las noticias diarias que consumimos aturdidos. Queda mucho trabajo por hacer en materia de protección de los derechos de los niños y niñas de este país.

Sin embargo, a lo que no está acostumbrada esta sociedad es a la barbarie, al salvajismo, al odio visceral contra los niños y niñas. Y el asesinato de Emely Peguero y de su criatura de 20 semanas de gestación fue un acto de barbarie que quedará registrado en la psiquis social dominicana para siempre. Emely y su hijo fueron víctimas de un crimen de odio, odio por proceder ella de una familia humilde.

A Emely se le sometió a maltratos psicológicos y físicos que culminaron con su vida en un muy breve lapso de tiempo. Fue conducida a una muerte dolorosa y rápida, por ende salvaje, cuyo móvil era extirpar de su vientre el hijo y nieto de sus asesinos. De haber sus asesinos logrado el propósito de practicarle un aborto, las consecuencias para la salud -física y psíquica- de la menor no desaparecerían, y no volvería jamás a concebir un hijo. Quedaría muerta en vida, por muchos años o por el resto de su vida.

No justifico su muerte, sino que procuro resaltar el grave daño recibido en su cuerpo y espíritu, el cual, aún pudiendo preservar la vida,  marcarían todo su existir como ser humana y mujer.

Sus asesinos albergaban tanto odio contra la criatura que se negaba a desprenderse de su vientre, que ante el intento de aborto frustrado la golpearon en la cabeza, para que muerta la madre muriera el hijo y librarse de ambos.

Esa fue una acción cometida por más de dos personas, nunca por una, y menos otro joven inexperto. Sin embargo, como dicen en el argot popular: "Entre bomberos no se pisan la manguera". Del expediente fueron sacados nombres de personal médico y paramédico. Solo imagine que habiendo ocurrido todo en una cama, no una camilla ginecológica, debían haber personas sujetando las piernas de Emily para que otra persona, preferiblemente un/a  ginecobstetra, pudiera manipular las pinzas dentro de su útero.

Emely no quería abortar, y muestra de ello fueron todos esos cortes en el útero que le provocaron una hemorragia significativa.

Después de este acto de salvajismo fuera de toda lógica humana y legalidad, sus asesinos aparecieron ante las cámaras pidiendo a Emely Peguero que regresara, que todos estaban sufriendo por su desaparición, a lágrimas vivas.

El cuerpo de Emely, aún con restos de su crío dentro, deambuló por días entre maleteros de vehículos, finca de chulos y solares baldíos, hasta que al fin, se comprobó lo que se sospechaba, que había sido víctima mortal de Marlin y Marlon Martínez, de la familia Monster.

No conformes con todo este rosario de sadismo y perversidades, la madre y el hijo asesinos han tratado de montar abominables  argumentos de defensa  como es el de homicidio involuntario, como si el aborto es legal en este país y Marlon (única persona que hasta el momento se hace semi responsable del asesinato) tiene título y exequatur que le avalan para practicar un aborto,

Y como bien lo explicó el abogado acusador, José Hoepelman, a Marlin Martínez no se le puede considerar una simple cómplice, porque ella está en la génesis, la preparación, la consecución y el final de este horrendo feminicidio-infanticidio, que ha hecho tambalear la connivencia de la sociedad dominicana con la violencia sexual y de toda índole hacia las niñas.

Esperamos una condena justa y ejemplar.

Justa para Emily y su criatura y ejemplar para toda la sociedad dominicana, pero en especial para ese sector social que se cree por encima del bien y del mal, como se creyó Marlin Martínez.

Estaremos vigilantes, como estuvimos con el caso del niño José Rafael Llenas Aybar para que además de una condena consecuente con el crimen, ésta sea cumplida hasta el último día.

#JusticiaParaEmelyPeguero