martes, 29 de enero de 2019

El estado de la democracia en América Latina y las tendencias del Súper Ciclo Electoral a 40 años del inicio de la Tercera Ola Democrática

Por el doctor Daniel Zovatto*


…vemos con preocupación la situación de la democracia en varios países de la región, especialmente –pero no únicamente- además del caso ya citado de Cuba, las graves crisis que están teniendo lugar precisamente en este momento, en Nicaragua y en Venezuela sobre todo. Este aniversario coincide además con el desarrollo de lo que yo he llamado el Súper Ciclo Electoral Latinoamericano, un proceso en un plazo de tan solo treinta y seis (36) meses, desde el año 2017, 2018 y 2019,  determinará que quince (15) de los dieciocho (18) países de la región van a celebrar o están celebrando sus elecciones presidenciales. Nueve (9) de estas quince (15) ya han tenido lugar y luego las analizaremos pertinentemente. Solamente tres (3) países han quedado por fuera de este Súper Ciclo Electoral por las fechas en que se celebran sus elecciones, estos son los casos de Nicaragua, de Perú y de República Dominicana. Por todo esto, la ocasión para realizar un balance sobre la situación actual de las democracias en la región -,y conjugo en plural por la diversidad de situaciones, y así hablo de las democracias y no de la democracia en la región- y para reflexionar sobre los desafíos y las prioridades de la agenda política  y electoral de los próximos años, no podía ser más oportuno, claramente en la región está pasando de todo. Tanto en el plano global, como en el ámbito regional latinoamericano asistimos a un cambio de época, más que a una época de cambio. Este cambio de época es abordado, entre otros autores, por Moisés Naím, ‘El fin del poder’, en el cual analiza las tres revoluciones que a criterio de Naím están teniendo lugar actualmente: La revolución del más, la revolución de la  movilidad y la revolución de la mentalidad. Según el citado autor, el siglo XXI tiene más de todo. Tiene más gente, la gente es más urbana, es más joven, es más sana y es educada. La pobreza extrema se ha reducido más que nunca y clase media sigue creciendo, empero –nos advierte Naím-, una clase media en aumento, mejor informada y mejor conectada en las redes, impaciente y con más aspiraciones, más empoderada en sus proyectos, está haciendo cada vez más difícil el ejercicio del poder, tanto a nivel global como en el ámbito regional latinoamericano. Como podemos imaginar, estos cambios traen oportunidades, pero también traen importantes restricciones para el avance y la consolidación de la democracia. Por su parte la revista británica The Economics, en un artículo titulado ‘¿En qué ha fallado la democracia?’, señala que si bien actualmente más personas que nunca antes viven en países que celebran elecciones libres y justas, la democracia está pasando por momentos difíciles. En efecto el reciente Índice Democrático correspondiente al año 2018, que elabora la Unidad de Inteligencia de The Economics, muestra el deterioro que sufre la democracia en numerosas democracias del mundo, incluidos en varios países de nuestra región, y se pregunta si estamos ante un estancamiento democrático o, incluso peor aún, si estamos ante un período de clara regresión democrática. En efecto, un rápido repaso del contexto internacional evidencia que la democracia liberal enfrenta una severa crisis en casi todos los países occidentales, junto a altos niveles de desconfianza de las clases medias hacia las principales instituciones de gobierno. Para el historial Yuval Noah Harari, en su último libro ’21 lecciones para el siglo XXI’, cito: “La democracia liberal se enfrenta a una doble crisis, lo que más centra la atención es el consabido problema de los regímenes autoritarios, pero los nuevos descubrimientos científicos y los desarrollos tecnológicos representan un reto mucho más profundo para el ideal básico liberal que es la libertad humana”. Y agrego: El liberalismo ha logrado sobrevivir de hace siglos, a numerosos demagogos y autócratas que han intentado reanudar la libertad desde fuera, pero ha tenido escasa experiencia hasta ahora con tecnologías capaces de corroer la libertad humana desde dentro. Junto a estos autores deseo mencionar algunos de los libros más recientes que abordan, desde diferentes perspectivas, la grave crisis y los mayúsculos desafíos que enfrentan actualmente las democracias liberales, incluidas las que eran consideradas, hasta fechas recientes, como democracias consolidadas. En este sentido, me permito mencionar tres de los trabajos más relevantes, cuya lectura recomiendo a aquellos que no lo han hecho aún, el libro ‘El pueblo contra la democracia’ del profesor Yascha Mounk; el libro ‘How democracies die’ de los profesores de Harvard, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt; y el último libro del profesor David Ruciman sobre ‘How democracies ends’. Los títulos de estos libros le dan la pauta del estado de pesimismo y de reflexión profunda y de preocupación que existe sobre el estado de la democracia. Estos libros, ensayos y artículos, me he permitido citar solo algunos de ellos por lo limitado del tiempo, dan cuenta sobre el importante debate que existe actualmente sobre la democracia, debate que tiene lugar tanto a nivel global como en nuestra región, no solo sobre la calidad de nuestras democracias, sino también un tema de vital importancia para el Tribunal Superior Electoral y para la Junta Central Electoral, que es el tema de la integridad de las elecciones, tema que abordaremos a continuación.
Nuestro balance se asienta en dos decisiones preliminares, la primera: La necesidad de efectuar un análisis que sea equilibrado del proceso de democratización que ha tenido y está teniendo lugar en la región, un balance que esté alejado tanto de la visión pesimista como de una mirada simplista y autocomplaciente. Un balance que muestre al mismo al mismo tiempo los avances logrados durante estos cuarenta años, pero que también dé cuenta de los déficits y los retos que hoy enfrentan las democracias de la región. La segunda precisión que deseo hacer se refiere a la necesidad de tener presente la heterogeneidad de América Latina. La región es una, es cierto, pero también es múltiple y diversa a la vez, ya que como analizaremos más adelante, existen diferencias importantes respecto a la calidad de la democracia y la integridad de las elecciones en los dieciocho (18) países de la región.
Mi exposición está organizada en torno a los siguientes seis (6) puntos: En primer lugar, las luces y sombras del desarrollo democrático latinoamericano en estas cuatro décadas; en segundo lugar: El tema de la rutinización y la integridad de las elecciones; en tercer lugar: Los resultados y las tendencias del Súper Ciclo Electoral; en cuarto lugar: La calidad de la democracia latinoamericana; en quinto lugar: Los principales retos de esta democracia; y en sexto lugar una reflexión final.
De previo al inicio de estos seis puntos, permítaseme hacer una breve reflexión sobre las características del contexto global al inicio de este turbulento, complejo, volátil y desafiante 2019, para poner nuestra reflexión del contexto regional en el marco del contexto global.
¿Cuántos fenómenos destacan a nivel global por su relevancia? Primero, la crisis de la globalización provocado -en gran medida- por un aumento obsceno de la desigualdad (en este momento está teniendo lugar el Foro de Davos cuyo tema central es la globalización 4.0, es decir, cómo hacemos una globalización que funcione para todos. En ese foro Oxfam acaba de presentar su informe sobre el Estado de la Desigualdad en el Mundo: 26 megamillonarios tienen hoy igual cantidad de fortuna que la mitad del mundo entero más pobre. Bajó de 43 a 26, es decir, estamos entrando en un proceso de megaconcentración de la desigualdad). Segundo, el tema del impacto de la cuarta revolución industrial, y los impactos importantes que está teniendo la cuarta revolución industrial no solamente en la economía sino sobre todo en el mundo laboral (de 30 a 40% de los trabajos que existen hoy en día, en quince a veinte años ya no van a existir.  Ese es otro tema de mayor importancia que está reconfigurando el capitalismo tal y como lo entendíamos). Tercera tendencia: Los riesgos crecientes del cambio climático, seguimos haciéndonos los distraídos, y allí está el tema central del cambio climático. Y el cuarto: Los desafíos del fenómeno de la migración. En efecto, el nuevo escenario internacional se caracteriza –en mi opinión- por un alto nivel de complejidad e incertidumbre que es el resultado de una triple reconfiguración. Hay una reconfiguración geoeconómica que está teniendo lugar: El mundo se está desplazando de lo que era Europa (el Atlántico) al Este, a China. Segundo: Hay un proceso de recesión geopolítica: Del G-7 pasamos al G-20, pasamos de nuevo al G-2, y ahora estamos prácticamente en un G-0 defendiendo la relación entre China y Estados Unidos. Y hay un proceso de estancamiento o de regresión democrática que están actuando en simultáneo en el plano global. El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de presentar su proyección de crecimiento económico para este año en el foro de Davos con dos malas noticias: Desaceleración económica (está proyectando un crecimiento global de 3.5 –si las cosas no se complican- y 2% el promedio global para América Latina) y desaceleración del comercio internacional que se puede profundizar y agravar si la guerra comercial entre Estados Unidos y China se profundiza. Todo esto está provocando un alto nivel de incertidumbre y volatilidad lo cual genera un sentimiento de miedo, de temor, de pesimismo, que producen una fuerte reacción: Populista, nacionalista, proteccionista y xenófoba. En efecto, en casi todas las regiones del mundo vemos síntomas  que privilegian lo nacional frente al multilateralismo y la globalización. Empecemos por acá cerca, con Trump. En Estados Unidos Trump pone énfasis en Primero América (America First), da prioridad al proteccionismo, inicia una guerra comercial con China, limita sus compromisos en materia de cambio climático y de armas nucleares, asume una actitud xenófoba frente a la inmigración, propone erigir un muro en la frontera con México y pretende que los mexicanos paguen el muro, y al tiempo muestran su desconfianza no solo con el multilateralismo, sino con sus socios tradicionales de post guerra (Unión Europea y otros). En
Europa los movimientos nacionalistas, populistas y xenófobos dirigen sus dardos contra Bruselas, la globalización y la inmigración, comprometiendo los cimientos del proyecto comunitario, mientras que el Reino Unido y la Unión Europea negocian frenéticamente su divorcio a través del Brexit, del cual hoy todavía no sabemos qué tipo de Brexit habrá, si es que va a haber un Brexit. En asía, por su parte, Xi Jinping modificó la constitución para no tener límites a sus períodos constitucionales para consolidar su poder y disimula cada vez menos sus objetivos de predominio geoestratégico, incluido una presencia cada vez mayor en América Latina como socio comercial, primer inversor, etc. Por su parte, Putin en Rusia, y Erdogan en Turquía siguen concentrando cada vez más poder hacia dentro, mientras en el plano externo buscan reforzar sus respectivas áreas de influencia aumentando peligrosamente la inestabilidad internacional. Estos fenómenos que caracterizan nuestra época es lo que Thomas Friedman, el articulista de The New York Times, denomina en su último libro ‘Gracias por llegar tarde’, la era de la aceleración tecnológica. Dice Friedman que durante un período de tres años (2007 al 2009) el mundo vivió una profunda transformación de carácter doble: Por un lado la revolución tecnológica se aceleró, y por el otro una grave crisis económica (la crisis de 2008-2009) cuyos efectos siguen impactando nuestra realidad. Para decirlo en palabras de Harari, cito: “La humanidad está perdiendo la fe en el relato liberal que es el que ha dominado la política global en las últimas décadas, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, exactamente cuando la fusión de la biotecnología y de la infotecnología nos enfrenta a los mayores desafíos que la humanidad ha conocido”.
Iniciemos pues nuestra exposición analizando el primero de nuestros ejes: Las luces y sombras del desarrollo democrático de América Latina.
En nuestros días la situación política de América Latina es radicalmente diferente a la que tenía hace tan solo cuatro décadas. Una mirada histórica da cuenta de que al inicio de 1970 solo Colombia, Costa Rica y Venezuela elegían con regularidad a las autoridades públicas mediante procesos electorales libres, abiertos y competitivos. Hoy, por el contrario y pese a todas sus carencias y déficits, la democracia es la forma mayoritaria de gobierno que se practica en la región. Este fenómeno resulta de tanta trascendencia que podemos afirmar que desde hace cuarenta años, América Latina vive procesos de democratización o redemocratización (dependiendo del país en cuestión) más largos, extensos y profundos de toda su historia. Sin embargo, la democracia de América Latina presenta una paradoja: Es la única región del mundo donde existe una combinación de regímenes democráticos, en la mayoría de los países, con amplios sectores de su población viviendo por debajo de la línea de pobreza (ligeramente por encima de 30% de acuerdo a los datos presentado del reciente Panorama Social presentado por la Cepal), es decir, pese a todos los avances importantes que hemos hecho, uno de cada tres latinoamericanos o latinoamericanas están viviendo en la pobreza, con los niveles más altos de inseguridad del mundo, siendo 50 mil homicidios al año, casi 400 homicidios por día. En ninguna otra parte del mundo las democracias funcionan con estas características: Sistemas democráticos con altos niveles de pobreza, con altos niveles de inseguridad, agravados por otras dos dimensiones: Con las tasas más altas de desigualdad y con niveles altísimos de corrupción. Esta combinación tóxica hace que, obviamente, repercuta negativamente en la calidad de nuestras democracias y en la integridad de nuestras elecciones.
Segundo punto: La rutinización y la integridad de las elecciones. Desde el inicio de la tercera ola democratizadora a la fecha, se han celebrado en nuestra región más de 160 procesos electorales presidenciales, más de 200 elecciones legislativas y un poco más de 50 procesos de democracia directa a nivel nacional. Según los informes de las principales misiones de observación electoral (OEA, UE, Carter Center, MBI), la gran mayoría de estas elecciones se han celebrado sin irregularidades significativas que hayan incidido de manera determinante en los resultados finales, todo lo cual es llevado a un encolamiento muy importante en relación con la calidad de las elecciones. Empero, un análisis más riguroso de estos procesos efectuado desde el prisma conceptual de la integridad electoral, evidencia la subsistencia de importantes debilidades en áreas clave de muchos de nuestros procesos electorales. En efecto, procesos electorales con resultados cerrados, situaciones de ventajismo electoral caracterizados por la falta de condiciones de equidad así como por el abuso de los recursos del Estado a favor de los oficialismos durante las campañas electorales, la falta de independencia de ciertos organismos electorales, el tema del financiamiento político irregular, los procesos de captura del Estado vía financiamiento político, la penetración del narcodinero y del dinero del crimen organizado en las campañas electorales y en la política, son todos ejemplo de los factores que han venido erosionando en varios países de la región, la credibilidad de sus procesos electorales y de los propios organismo electorales. Resumiendo: La frecuencia y rutunización de estas elecciones en nuestra región reafirma la convicción de que el voto en América Latina es hoy la única vía legitima para acceder al poder democrático, no obstante ello, diversas encuestas regionales nos advierten de la pérdida de confianza en los procesos electorales y en el secreto del voto, así como el deterioro de los niveles de credibilidad en los propios organismo. De las nueve (9) elecciones, de las quince (15) que dijimos que iban a haber en tres años, ya se han celebrado nueve (9), tres (3) se celebraron en 2017 (empezó Ecuador, siguió Honduras con Chile) y en 2018 hubo seis (6) (empezó Costa Rica, siguió Panamá, Paraguay, siguió luego la falsa electoral que hubo en Venezuela, siguió luego Colombia, siguió luego México y terminó Brasil). De esas nueve (9) elecciones, en cuatro (4) de las nueve, los partidos que perdieron denunciaron o graves irregularidades (como el caso de Ecuador y Paraguay y se negaron en principio a reconocer los resultados, hubo que intervenir la OEA para buscar una solución) y en otros dos (2) denunciaron fraude, cosa que lo hubo (al menos claramente en uno de ellos, en Venezuela, y en el otro denunciaron graves irregularidades en el caso de Lula. En estos últimos dos países se engatillaron crisis políticas que no han sido totalmente resueltas a la fecha. Por todo ello la cuestión de cómo seguir mejorando los niveles de integridad electoral más allá de los avances muy importantes que la región ha hecho, constituye un tema prioritario en nuestra región.
Veamos ahora el punto tres, que se refiere a los resultados y las tendencias del Súper Ciclo Electoral: Como dijimos, en los últimos 24 meses se celebraron estas nueve (9) elecciones, y otras seis (6) van a tener lugar en este año 2019, empezando como dijimos por El Salvador, siguiendo por Panamá y Guatemala, y en el segundo semestre, pues otras tres elecciones en América del Sur que van a tener lugar en octubre que van a ser la de Argentina, la de Bolivia y la de Perú. Desde una perspectiva regional comparada, cuando analizamos estos nueve procesos electorales que ya han tenido lugar ¿Cuáles son las principales tendencias que surgen?
1.       La gran mayoría de estas nueve elecciones se caracterizaron por un alto nivel de malestar ciudadano con la política y elecciones (no segura de esta última palabra). Fenómeno que me ha llevado a calificar estas elecciones como las elecciones del enojo, es decir, elecciones que están caracterizadas por un sentimiento de malestar ciudadano que ha llevado a que en muchos países a más que un voto a favor, haya un voto un voto anti. En Brasil hubo un voto anti PT, en México hubo un voto anti PRI, anti PAN, y eso permitió, a su vez, la irrupción de candidatos no outsider, porque decir que Manuel López Obrador era un outsider es desconocer quién es Manuel López Obrador, un político que desde joven militó en varios partidos, y decir que Bolsonaro es un outsider es desconocer que fue durante 27 años diputado y cambió a siete partidos, por lo tanto, de outsider no tiene nada. Sí son candidatos anti establishment, cuyo candidato cuyo mensaje (muy similar al de Trump) es ir contra la vieja política, diciendo que la vieja política está llena de vicios, de corrupción, ineficacia, y que ellos se presentan como un liderazgo renovado que viene a limpiar, a purificar el (XXX no se escucha claro esta palabra) -como decía Trump- de Washington, y bueno de Brasilia y de México.
2.       En un buen número de estos procesos, se caracterizaron por un alto nivel de incertidumbre. Hasta último momento no se sabía quién iba a ser presidente o hubo grandes sorpresas, como en Costa Rica, que en último momento se filtraron los dos Alvarado (Carlos Alvarado y Fabricio Alvarado) que no estaban en ninguna lógica que podían llegar a ganar. Pues Bolsonaro, que (XXX no se entiende esta palabra) entre otros candidatos, no tenía ninguna posibilidad de ganar. Pero a su vez con otra importante característica, una marcada polarización donde las opciones de centro, como Fajardo en Puerto de la Calle, Colombia, que quisieron posicionarse entre la derecha (Iván Duque) y la izquierda (de Petro) quedaron totalmente trituradas porque fue básicamente con este voto anti, que es izquierda/derecha.
3.       Los sectores medios, más pragmáticos que ideologizados, exigentes, poco pacientes, jugaron un papel clave al  buscar candidatos que sintonizaran con sus demandas y expectativas y que ofrecieran resultados concretos y rápidos, sobre todo en materia económica, generación de empleo, lucha contra la corrupción y los temas de inseguridad.
4.       Mientras en las principales economías (Chile, Colombia, México y Brasil) se produjo alternancia, en los otros países hubo continuidad oficialista (Ecuador, Honduras, Costa Rica, Paragua y Venezuela).
5.       En cinco (5) de estas nueve (9) elecciones (Ecuador, Chile, Costa Rica, Colombia y Brasil) fue necesario ir a un balotaje para decir al presidente. Esta es una característica muy importante porque antes era más fácil ganar en primera vuelta. En las últimas elecciones en América Latina, ahí donde hay segunda vuelta, hubo que ir a una segunda vuelta porque no se pudo definir en esa primera vuelta. Y la lógica consecuencia de esto es la sexta característica.
6.       En todas estas nueve elecciones, salvo en la de México, donde AMLO no solamente ganó con el 53%, sino que quedó con la mayoría en la Cámara de Diputados, con mayoría en el Senado, etc., ninguno de los otros presidentes logró mayoría propia, lo cual son presidentes en minoría frente a sus congresos y la dificultad de hacer funcionar estos presidencialismos en coaliciones está generando grandes dolores de cabeza a los presidentes para pasar las importantes reformas económicas, fiscales, del sistema de pensiones, que hacen falta porque no está la cantidad de apoyo político que hace falta.
7.       Los grandes escándalos de corrupción que recorren la región (Lavajato y Odebrech) junto con los altos niveles de inseguridad ciudadana fueron dos temas muy presentes en casi la totalidad de las campañas electorales y en algunas de ellas fue un factor casi que determinante para que los candidatos se convirtieran en presidentes, particularmente Bolsonaro en Brasil y AMLO en México.
8.       (Y esto es lo más disruptivo que estamos viendo) En varios de estos procesos, las redes sociales jugaron un papel de vital importancia, no la televisión, no la radio, no los periódicos. Esta aceleración tecnológica de la que  habla Thomas Friedman determina que las redes sociales son las que están llevando -en muchos países- el liderazgo en materia de las campañas. Entonces, estamos regulando medios que en muchos casos ya, muchos candidatos no están usando. Bolsonaro, por ejemplo, tenía siete segundos de televisión que no usó, Bolsonaro basó su campaña a través de Whatsapp. Hizo su discurso de la noche de que había ganado a través de Facebook Live, y la hizo desde su casa, sentado en una mesa, con su mujer y con tres libros (la constitución brasilera, la biografía de Churchill y la biblia –en agradecimiento a un apoyo muy importante de los grupos evangélicos, que es tendencia. Los grupos evangélicos vienen ganando (que no quiere decir que sea ni bueno ni malo) una influencia cada vez mayor en un número importante de procesos electorales (Brasil, Costa Rica, Guatemala, Uribe (para ganar el No), AMLO…).
9.       Como efecto de la conclusión del período de Michelle Bachelet, en marzo de 2018, en la actualidad no hay ninguna mujer presidenta en América Latina, por lo tanto, las fotos que sacamos en las cumbres, salvo si asisten las vicepresidentas, si es una cumbre a la que asisten todos los presidentes, es prácticamente una foto del siglo XIX: Todos hombres. Este es un elemento de la mayor significancia a lo cual hay que prestarle la mayor atención.

Resumiendo: Los resultados de esta maratón electoral están reconfigurando políticamente la región, sobre todo América del Sur donde vemos una tendencia a favor de gobiernos de derecha en sus versiones (ultra (caso Bolsonaro) o más bien liberal (Macri y Duque). Una crisis de gobiernos y partidos de centro-izquierda que hasta hace poco dominaba toda América del Sur prácticamente, y un creciente debilitamiento del ALBA. La situación es de mayor heterogeneidad en México y en Centroamérica, pero habrá que esperar los resultados de las tres elecciones que tendrán lugar en 2019 en Centroamérica y sobre todo los resultados de los tres procesos presidenciales que van a tener lugar en América del Sur antes de emitir una opinión definitiva acerca de si la región ha entrado en un nuevo ciclo político con claro predominio de la derecha o si, por el contrario, se va a mantener la actual heterogeneidad ideológica.

Permítanme hacer acá una precisión: Yo estuve en América del Sur hace poquitos años atrás, salvo Uribe/Santos (dependiendo de quién estaba, salvo Colombia), el resto era izquierda o centro-izquierda (Venezuela, Ecuador, Perú, Argentina, Brasil, Honduras, Uruguay, Chile), nos quedaba Paraguay y Colombia. Hoy, dependiendo de lo que pase en estas tres elecciones (Uruguay, Argentina y Bolivia), puede darse el caso extremo (y por eso estamos viendo un cambio muy importante entre ellos en el Grupo de Lima frente al tema del caso de Venezuela, antes Venezuela tenía un Unasur que le ponía una sombrilla de protección al chavismo, hoy la reconfiguración geopolítica de la región hace de que la mayoría esté en contra del gobierno de Madura. Si Evo no logra su tercera reelección, si el Frente Amplio pierde la continuidad de su cuarto gobierno en Uruguay, y si Macri repite, estaríamos ante la situación de que el único país de izquierda que quedaría en América del Sur es Venezuela… quedaría Venezuela totalmente aislado. Y ese es uno de los procesos más importantes como resultado de este ciclo electoral.

Pasemos ahora al cuarto punto: La calidad de la democracia en América Latina. En los últimos años el debate académico en torno a la democracia ha ido girando cada vez más en relación con la calidad de la democracia. Existe hoy una literatura abundante sobre el tema, así como una gran variedad de metodologías e índices en torno a la calidad de la democracia. Para abordar este punto debido a lo limitado del tiempo voy a usar el índice democrático de The Economics que sí esquematiza a la democracia, la clasifica en cuatro grupos: democracias plenas, democracias imperfectas, regímenes híbridos y regímenes autoritarios. El índice de los 18 recientemente publicado y fue una mala noticia para la región. En términos generales el promedio regional vuelve a sufrir un  deterioro en los términos de la calidad de la democracia, cae a unos porcentuales  a 6.24 en promedio. En términos de clasificación  hay algunos reacomodos. Dos países de los 18 de la región son únicamente democracias plenas, que son Uruguay y Costa Rica, que vuelve al lugar de democracia plena. Diez países, incluido la República Dominicana, son considerados democracias imperfectas. Y ahí es la gran diversidad, ahí está desde México, pasando por Argentina, pasando por Brasil, pasando por
El Salvador. ¿Cuántos gobiernos son considerados regímenes híbridos? Es decir, que no son democracias, pero que tampoco son gobiernos autoritarios, ahí está Guatemala, Honduras, Paraguay y Bolivia. Y tres regímenes son considerados autoritarios, que son Cuba, Venezuela y el deterioro gravísimo de la situación política en Nicaragua y las graves violaciones a los derechos humanos, más de 380 personas asesinadas por el régimen autoritario de los Ortega-Murillo, provocan  de que en Nicaragua haya caído en un gobierno autoritario.
Quinto punto: De estas democracias, que como vemos hay una gran diversidad clasificadas en cuatro grupos, ¿Cuáles son los principales retos? Los voy a mencionar, pero yo veo diez desafíos importantes para la región en esta coyuntura.
1.       La debilidad de las principales instituciones de la democracia representativa, en especial la debilidad de los partidos políticos. Los partidos políticos vienen cada vez perdiendo mayor confianza ciudadana, vienen debilitándose. Promedio regional, de acuerdo a Latinobarómetro, solo el 13% de los latinoamericanos confían en los partidos políticos, están en el sótano de la preferencia de todas las instituciones. Los otros más desprestigiados, similares a los partidos políticos, son los parlamentos, que tienen tan solamente la confianza del 21% promedio regional. A su vez el Latinobarómetro muestra una desconexión de los ciudadanos con los partidos políticos, promedio regional 58% de los latinoamericanos dicen que no pertenecen ni están adheridos ni simpatizan con ningún partido político, por lo tanto estamos haciendo política en un momentos diferentes a como era antes.
2.       El fenómeno del hiperpresidencialismo. En la mayoría de las democracias latinoamericanas la presidencia tiene un enorme poder, que llega –incluso- a veces a comprometer la independencia de los otros poderes del Estado. Cabe tener presente que uno de los grandes desafíos de las democracias, como bien lo prescribe el artículo 3 de la Carta Democrática Interamericana no radica únicamente en que los presidentes sean electos democráticamente, sino también que gobiernen de manera democrática, es decir, que tanto la legitimidad de origen como la legitimidad de ejercicio queden sometidas al imperio del estado de derecho y que se respete plenamente la división de poderes.
3.       La fiebre reeleccionista que recorre América Latina y varios países, incluido la República Dominicana. Al inicio de la tercera ola la región era una región claramente antireelección y luego, por etapas sucesivas, esta región –totalmente antireeleccionista- se fue convirtiendo en una región no reeleccionista. Quien inyecto el virus reeleccionista no fue la izquierda, fue la derecha, fue Fujimori (Perú), fue Menem (Argentina), y Fernando Enrique Cardoso en Brasil, diciendo estos tres presidentes han hecho una magnifica tarea en contra de la inflación (Menem y Brasil) y en Perú, además de la inflación, está haciendo una buena tarea (decían en ese momento) en controlar el terrorismo, por lo tanto, cuatro o cinco años no es suficiente, reformemos la constitución para que estos presidentes que están haciendo una estupenda tarea puedan continuar un período más. Fernando Enrique reformó la constitución, se quedó cuatro años y se fue; Menem reformó la constitución y dijo: “Dos períodos no son suficientes ¿Qué tal si le metemos un tercer período?” Y no le funcionó. Fujimori, sí le funcionó porque lo logró, pero después terminó haciendo un fraude que terminó provocando su salida y hoy su prisión. A esa primera ola de reformas en materia de reelección, vino la segunda ola, no ya de la reelección consecutiva, sino de la reelección indefinida, y esa la inauguró Chávez, la siguió Daniel Ortega, la siguió Rafael Correa y Evo Morales, es decir, ¿Por qué nos vamos a conformar con dos períodos? Quedémonos todo lo que el pueblo quiera, y mientras sigamos haciendo una buena tarea, que el pueblo nos siga votando, pues no hay nada antidemocrático en eso. Cuando eso no prosperó, y empezaron a decirles: “Usted no puede volver a cambiar la constitución”, entonces se idearon otra fórmula. “¿Por qué no le decimos al poder judicial que prohibir que uno se pueda volver a presentar o es inconstitucional –con lo cual hay un problema jurídico porque quiere decir que es inconstitucional la constitución,- (es un tema que se las trae. Me imagino que ustedes estarán familiarizados)… Eso lo hizo Arias en Costa Rica (solo que no estaba en el poder) y lo hizo Daniel Ortega en Nicaragua. Ortega dijo: “Si lo hicieron los ticos por qué no podemos hacerlo los nica”. Eso también lo hizo Hernández en Honduras (donde sacaron en pijamas a Zelaya solo por haber osado pensado en la reelección). Y Evo Morales dijo ¿Y por qué yo no? Oiga: Primero vamos a hacer un referéndum para ver si yo me puedo repostular. Hizo el referéndum y lo perdió, por ahí no vamos. Entonces dijo: Yo voy a respetar el referéndum, pero eso no quita que el tribunal constitucional no haga una lectura de si la constitución boliviana que él mismo promovió y redactó conflictúa o no con el artículo 23 de la Convención Interamericana de los Derechos Humanos que es la que protege los derechos constitucionales. Y el Tribunal Constitucional dijo que la constitución está violando el artículo 23 de la Convención Interamericana y Evo le dijo a la presidenta del TE –por lo cual ella renunció (dijo esto no es serio)- usted no tiene ninguna posibilidad que no es cumplir con la sentencia del TC que le obliga a aceptar la reelección del presidente Morales.
4.       El tema del financiamiento político sobre todo la relación del financiamiento político con el fenómeno de la corrupción. Financiamiento político importante per se, pero financiamiento político importante como la puerta de entrada a muchos escándalos de corrupción que hemos visto en AL. En las declaraciones de Marcelo Odebrecht son el mejor (todos aquellos que venimos trabajando el tema de financiamiento político desde hace 30 años tenemos que admirar la capacidad de Marcelo Odebrecht para escribir la mejor tesis y el mejor libro sobre cómo se hacía el financiamiento político en AL, mientras nosotros los politólogos escribíamos cosas, las declaraciones de Marcelo Odebrech en el caso de Lavajato son ejemplares desde el punto de vista del poder y de la organización con asesores de campaña, etc, etc.
5.       Los elevados niveles de inseguridad ciudadana y que son gravísimos para la región. La mayor parte de estas 150 mil muertes que ocurren en la región son gente joven. En 12 años, un poquito más, hemos perdido 2.5 millones de vidas humanas en la región, es como si hubiese desaparecido todo Chicago, esa es la dimensión del tema de la inseguridad.
6.       Los ataques a la independencia de justicia y la pérdida de la confianza  en el poder judicial, un tema central. Muchos de estos temas, estamos viendo  que se interpretan: Lo que la política no puede resolver per se, lo está resolviendo la justicia, por lo tanto se termina judicializando la política y se termina politizando la justicia. Y eso es nefasto para nuestros países. O estamos utilizando justicia para iniciar proceso de investigación sobre temas de corrupción (el caso del juez Moro en Brasil es un clásico, con un gran protagonismo en Lavajato, termina siendo el hombre que le impide a Lula poder participar en la campaña electoral, aplicando lo que en Brasil se llama la doble sentencia, termina siendo el ministro de justicia de Bolsonaro). Hay temas de mucha gravedad en esto.
7.       Los bajos niveles de presencia de la mujer en los partidos y en la política pese a todas las reformas muy importantes que se han hecho hoy a nivel mundial, el promedio de la presencia de la mujer en los congresos de AL es de 28%. Hemos hecho avances pero hay mucho camino por recorrer y esto debe ser una prioridad.
8.       Los desafíos que provienen del rápido ascenso de la tecnología y de la utilización creciente de las redes sociales. En esto la mayoría de los organismos electorales están en pañales, es muy difícil el cómo regulo a las redes sociales sin violentar la libertad de expresión. Con tecnologías disruptivas que van cambiando cada dos o tres años, por lo tanto, cuando uno le hizo un marco regulatorio a esa tecnología cambio, ya se readaptó, ese es uno de los desafíos crecientes que hay.
9.       Y el tema de la pobreza y el de la desigualdad que en AL terminan generando un caldo de cultivo. Cuando uno tiene crecimiento económico mediocre, niveles altos de pobreza, niveles altos de desigualdad, niveles  altos de inseguridad, niveles altos de corrupción, todo ello potenciado por redes sociales, va generando un caldo de cultivo, que genera un ambiente tóxico para la política, pero también genera un desprestigio enorme para los partidos tradicionales, y genera la posibilidad de que surjan estos candidatos anti establishment, el caso de Bolsonaro es un ejemplo perfecto de cómo la conjugación de todos estos factores inciden.
Y el otro tema que estamos viendo es el siguiente: Tradicionalmente, lo que perdía el gobierno, lo ganaba el partido de la oposición.  Y así íbamos teniendo alternancia. En algunos países sigue existiendo esto, en muchos otros países lo que pierde el gobierno, no necesariamente va a la oposición. Ese poder puede ir a cualquier lado como ocurrió en las elecciones de El Salvador.

(La grabadora se disparó y no se terminó de grabar la conferencia en su totalidad, pero lo grabado y transcrito corresponde aproximadamente al 97% de lo expuesto por el experto internacional).

La transcripción del audio es de la completa responsabilidad de la periodista Patricia Báez Martínez. 

*Daniel Zovatto es experto en democratización, elecciones y gobernabilidad, director para América Latina y el Caribe del Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA).


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