Pareciera que las últimas décadas de la historia política dominicana nos develaran el fin del caudillismo. Esa figura, retrógrada, autoritaria y corrupta que colma nuestros textos de historia en su recorrido desde la creación de la república en el siglo XIX hasta finales del XX, específicamente en 1978, cuando ascendió al poder el Partido Revolucionario Dominicano (PRD). En todo este gran lapso de tiempo, los gobiernos democráticos y con vocación anticaudillista fueron la excepción.
En mi humilde percepción de lo que ha sido el peso político y social del último caudillo dominicano, el ex presidente Joaquín Balaguer, me había forjado la idea de que República Dominicana se abría paso a nuevos horizontes. El rechazo de una buena parte de la población a la repostulación del Presidente Fernández me hizo entender que el país asumió los últimos gobiernos de Balaguer (1986-1996) como un karma a pagar y el proceso de transición de una escena política caudillista a una democrática y diversa, había resultado como la extirpación de un absceso de pus.
Hoy me sorprenden los comentarios que hiciera el productor del programa televisivo Revista 110, el doctor Julio Hazim. El galeno dedicado al análisis político denunciaba, de manera especulativa, la existencia de un acuerdo entre el actual presidente de la República y presidente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Leonel Fernández, y el ex presidente Hipólito Mejía (PRD), debido a que el primero no cuenta con la mayoría absoluta para aprobar la Reforma Constitucional que quiere agenciarse, por lo que se asume que buscará el apoyo de los legisladores del PRD, los cuales responden a Mejía, de acuerdo a Hazim.
¿Cuál es el asunto? Que los legisladores del PRD aprobarían la reforma si en ésta se introduce la reelección indefinida con un período por en medio, de modo que Mejía pueda aspirar a la Presidencia en las elecciones del 2012. Y, de acuerdo al productor, la cosa no se queda ahí sino que el acuerdo procura la alternabilidad en el Poder de Fernández y Mejía, es decir, que el PLD buscaría por todos los medios la reelección del actual presidente, que gobernaría hasta el 2012 cuando se le daría paso a Mejía y así sucesivamente.
Un tanto fantasiosa y descabellada la especulación de Hazim, pero no es imposible en un país como este donde los partidos políticos son capaces de obstaculizar las aspiraciones de sus candidatos a las elecciones legislativas y municipales, haciendo trueques de candidaturas, siempre que las propias que ganen estén alineados con los interes partidarios que dominen.
Hazim se basa para esta especulación en lo ocurrido en febrero pasado en el Carnaval de La Vega cuando Hipólito Mejía llegó al lugar. Una turba de lambones y pedigueños políticos vociferaba: "Llegó papá, llegó papá". Se pregunta el productor ¿a qué juega el PRD cuando sabe que esa relación hace daño a su actual candidato, Miguel Vargas Maldonado?
Me atrevo también a especular lo siguiente: el incidente de La Vega fue producto de la expresión popular y económica que producen los colores, la música, el ron y 500 pesos en los bolsillos ganados sin dar un golpe. Pero lo que no es producto de la expresión popular, es la discreta lluvia de grafitis que se ha desatado por la ciudad, en los cuales se alude a "Papá H", me parece que esto se puede adjudicar a los dos principales precandidatos del PLD, Leonel Fernández y Danilo Medina, los cuales podrían estar buscando afectar la campaña de Vargas Maldonado.
Es bueno recordar que si bien el PLD aún no tiene un candidato oficial, "el que tiene la lágrima onda tiene que empezar a llorar temprano" -como dicen en el campo- y de esos dos precandidatos todavía no se sabe a ciencia cierta quién debe empezar a llorar primero, pues la lucha aparenta muy reñida.
Ahora bien, ¿que el PLD y el PRD a través de sus principales figuras tendrán que llegar a un acuerdo para aprobar la Reforma Constitucional? Eso es seguro, como también que el acuerdo podría incluir una negociación sobre la reelección, su tema más controversial. También es casi seguro que la mencionada alternabilidad, de darse, no podría ser muy prolongada, pues para el 2020 Mejía será un hombre posiblemente retirado de la actividad política y hasta empresarial.
Ahora bien, de existir esta posibilidad de alternabilidad entre dos incipientes caudillos se convierten Danilo Medina y Vargas Maldonado, así como futuros precandidatos y candidatos, en ícaros políticos, lo que resulta perjudicial para el país porque a la sazón de TLC's y Metro, la vida política estaría anclada en 1880.
Ahora bien, a pesar de vivir en esta media isla -habitada en su mayoría por negras y negros bananeros-, prefiero pensar que el escenario anterior es una fábula de mal gusto en una arena política de leones, burros y pollos. También, que de darse una negociación de ese tipo entre Fernández y Mejía, las contingencias políticas (liderazgos nuevos y fuertes, cambio de la percepción política del dominicano y la dominicana y del ejercicio de la ciudadanía, recomposición partidaria, etc.) se encarguen de echarla por tierra o modificarla.
No en vano habremos resistido.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Si, es cierto, parece que estamos condenados por un tiempo más a ver repetirse los ciclos caudillescos-clientelistas, interpretados por los personajes más inverosímiles.
JAGUAR
Publicar un comentario