viernes, 3 de octubre de 2008

Ya no podemos protestar

Las instituciones de Poder de República Dominicana y los sectores conservadores siempre se han quejado del modo de lucha de los movimientos sociales y sindicales del país. De los paros, de los piquetes, de las manifestaciones populares que devienen en violencia. Y con justa razón.

Pero cuando esos mismos grupos deciden agotar procesos de lucha ante funcionarios enshakirados (ciegos, sordos y mudos), como diría mi hija, las instituciones de Poder deben respetar dichos procesos, los cuales son de derecho, democráticos y –en este caso- justos. A un maestro o médico, no se le trata como a un delincuente.

Como ciudadana y ciudadano, uno piensa en las principales necesidades: casa, salud, educación y alimentación.

La primera de ellas la maneja un capital económico poderoso regido por el libre mercado. A Mélido Marte nunca lo veremos piqueteando en Palacio o en Obras Públicas, porque Mélido sabe que los pobres no tienen con qué pagar, y dirige sus proyectos a un público selecto. La segunda y tercera necesidades nos la satisfacen –en su mayoría- esos hijos de machepa que decidieron ir a la universidad para ser alguien, para no ser “echa día” o ama de casa como sus padres.

Ellos se emburujan con “las masas” que no pueden acceder o son rechazados por los servicios privados de salud y educación. Que no son los mejores, que sólo van por unas horas a los hospitales, que no cumplen con el calendario escolar; ya eso le corresponde al “empleador” resolverlo, porque ningún empresario cierra su empresa porque el personal es de baja calidad y no cumple la jornada. Este tomará medidas: motivación, capacitación y control. Pero no se cruza de brazos.

El Gobierno no puede ignorar a los médicos y no dar respuestas a las demandas, porque ni puede cerrar los hospitales ni el sistema sanitario nacional soporta más carencias. Negarse a enfrentar este problema es irresponsabilidad, adornado con una guirnalda de injusticia, pues los secretarios y subsecretarios, como los de Salud Pública, ganan –como mínimo- cuatro veces más que un médico que ofrece servicios en los hospitales.

La cuarta necesidad: alimentación; nosotros los dominicanos nos la estamos “bandeando” como podemos. Los 15 y 30 comemos carne de res, pescado o camarones y hasta unos guandulitos verdes, luego nos vamos a pollito Pérez, berenjenita, tayotica, saldinititica. Muy calladitos por cierto, criticamos en susurro en los supermercados, pero al final sacamos la tarjeta o los pesitos en la caja sin más que agregar, pura resignación.

En resumen, Señor Presidente, (ay, coño, se me safó que esta vaina e pa él) las dominicanas y dominicanos nos la estamos jugando con los alquileres en 15, 20 y 25 mil pesos; con el arroz a 23, las habichuelas a 35, la carne de pollo a 37, el huevo y el pan a 5, el plátano a 10…; es justo que Usted le dé un poco de tranquilidad y sosiego a esos dominicanos que ni cogiendo prestado a rédito pueden llevar una hija o hijo a una clínica. Sin olvidar pedir disculpas, claro está, porque las facturas sociales son costosas y acumulativas.

2 comentarios:

Fernando dijo...

¿Sabes qué?
Abrirse a sugerencias nunca es mala idea siempre y cuando la última decisión sea uno que la tome. El cambio siempre es bueno cuando es uno que lo asume y acepta sus consecuencias.
A veces es de sabios escuchar....¿No es eso lo que le pedimos a los gobiernos? Y si es bueno para ellos porqué no podría ser bueno para nosotros.
Dar el el brazo a torcer no siempre es una medida de debilidad sino de fortaleza...

Y demás está decir que me encanta esta reflexión que has hecho y se lee mucho más fácil en este nuevo diseño del blog...

Patricia Báez Martínez dijo...

Claro que sí, Fernando, tienes toda la razón, pero hay que acotar que tomar una actitud de conciliación, diálogo y negociación, como la que sugieres, no es simple pose política y mediática, porque si se asume como tal se le llamaría populismo; y no es populismo por lo que pedimos al Ejecutivo.