Las religiones monoteístas condenan la brujería
o hechicería. Como habitante de un país occidental y tercermundista, identifico
al cristianismo como la religión monoteísta que combate este tipo de prácticas
propias de los pueblos originarios, aplastados y exterminados, en los más de
los casos, por el mismo Occidente que lucha por imponer su visión e intereses
políticos, económicos y culturales, y la religión es el eje transversal que se
encuentra en esas tres facetas, aunque se quiera simular que sólo está en la
última.
Sin embargo, observo en el cristianismo, romano
o protestante, elementos de brujería o hechicería: La numerología, el círculo,
hablar en lenguas, aguas, aceites, panes y vinos con supuestos poderes de
sanación y liberación, la cruz de ceniza en la frente, toques que desvanecen a
los creyentes, etc.
Hoy precisamente asistí a la iglesia y
escuchaba al Pastor evangélico que
trataba de impresionar a una asistente con cara de mujer no común de que el
sacrificio de Jesús en el Calvario tenía unos mensajes o simbología, que el
hecho de que fue crucificado con los brazos abiertos es porque así abrazaba a
la humanidad entera, que si con las manos abiertas porque son diez dedos y éstos
evocan a los Diez Mandamientos de la Ley de Moisés.
Y pienso, obviando por supuesto la teoría de
que Jesús no existió, que siendo apresado y llevado al patíbulo, no podía él
elegir la forma en que iba a ser amarrado a la cruz, o sea, que si fue con los
brazos abiertos o no fue decisión de sus verdugos no suya, también recordé a
los dos ladrones que murieron junto a él, también tienen diez dedos y habrían
sido crucificados con los brazos abiertos. Me dije, diez dedos tenemos los
humanos desde los tiempos de Adán, y conste que hasta el Papa ha admitido que
el Génesis es una leyenda. Los diez dedos de las manos de los humanos, incluso
de los monos, datan de millones de años, quiere decir que si habría que
dilucidar quién fue primero, definitivamente los Diez Mandamientos y no once o
nueve, son consecuencia de éstos y no los dedos consecuencia de los
mandamientos.
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