miércoles, 2 de enero de 2019

En Roma dos mujeres se liberan de la violencia de género


(Permíteme disentir, Daniel Nina)

Por Patricia Báez Martínez

Roma (2018), el más reciente trabajo cinematográfico del mexicano Alfonso Cuarón, ha concitado una gran ola de comentarios tanto negativos como positivos, desde la representatividad fenotípica de la mujer mexicana por Yalitza Aparicio hasta la excelente ambientación y cámara  a blanco y negro realizada por su productor. Pero hoy no deseo escribir ni de una cosa ni de la otra, hoy deseo responderle –con mucho respeto- al colega escritor Daniel Nina, quien ha realizado un excelente análisis del filme desde la perspectiva socio-ética, pero que no deja de ser una visión de tantas que puede tener la cinta, y que las tiene.

En su análisis titulado ‘Roma,espero me permitan disentir’, publicado el recién pasado 29 de diciembre en ‘El post antillano’, Nina pregunta “¿a qué se le rinde homenaje en esta película?”, e inmediatamente responde: “Se le rinde homenaje al trato inhumano que las clases medias o medias altas, le confieren a su empleada doméstica”. Yo diría que no se le rinde homenaje al maltrato de una clase social sobre otra, sino que lo retrata, que no es lo mismo. Precisamente como piensa y actúa el escritor boricua respecto a la obra de Martin Heiddeger: Por usted admitir que una práctica social existe, no quiere decir que usted esté de acuerdo con ella.

Otra de las críticas de Nina  va en el sentido de que las actrices indígenas del filme de Cuarón no tienen agency (condición de iniciar una acción), sin embargo, observamos la agencia de éstas en que utilizan la lengua mixteca en sus conversaciones en la cocina o en la habitación y en la narración de historias folklóricas y cuentos infantiles a los niños blancos de sus patronos. Y es que de la misma forma como las culturas autóctonas resultaron alteradas con la llegada de los colonizadores, de la misma manera la cultura imperialista de los colonizadores siempre ha sido permeada a través del proceso de la servidumbre. Con esto no exaltamos la servidumbre, sino que valoramos los efectos culturales colaterales de ésta para la posteridad.

Habría que preguntarle al propio Cuarón si él se propuso en este filme,  que narra apenas un año de la vida de su familia, destruir la desigualdad social en su país, porque quizá –como ya hemos dicho- su propósito era plasmar en la cinta los aspectos relevantes de su infancia que están relacionados con una indígena llamada Cleo (Aparicio), en un momento determinado, y, por consiguiente, la situación socio-económica de Cleo no varió en ese lapso de tiempo y al terminar siguió recogiendo las mismas excretas de perro que al inicio de la cinta. Solo que al final, la perspectiva de la cámara (en contrapicado) daba una sensación de ascensión, esperanza, liberación de Cleo.

Dos mujeres de diferentes estratos sociales ante violencias de género diferentes

Teresa, una mujer blanca, ha estudiado, vive en la colonia Roma en el DF de México, está casada con un médico, tiene cuatro hijos que van a colegios privados, pueden disfrutar de juegos caros, vacaciones en el campo, la playa o Disney World, etc. Para cuidar de su casa y sus hijos Teresa cuenta con su madre, con dos trabajadoras y con un chofer.

Cleo es una indígena, pobre (como todos los indígenas), joven, sin formación profesional, que vende su fuerza de trabajo (a modo de esclava) para ganarse la vida. En ese proceso, su vida pasa a ser la vida de su patrona. Ama a los hijos de la patrona porque es a través de ellos puede realizar su maternidad de mujer pobre y marginada.

¿Dónde se entrecruzan las vidas de estas dos mujeres?

A mi modo de ver esto ocurre cuando el esposo de Teresa, Antonio, llega a la casa y empieza a quejarse de las excretas del perro en el parqueo, de que se dañan los alimentos en la nevera, todo esto como excusas baratas a su deseo de salir huyendo tras una mujer joven y sin hijos, y dejar atrás un hogar que solo le representa responsabilidades para él. En el caso de Cleo, sale con Fermín, un indígena pobre como ella, y queda embarazada, y tras darle la información, éste huye dejándola abandonada en el cine. Ambos hombres huyen de las ataduras y las responsabilidades de una relación de pareja. Antonio lo hace sin violencia física, pero Fermín sí: Amenaza a Cleo con hacerla parir de varias patadas, y, en verdad, la hace parir literalmente cuando la apunta con un revólver.

Independientemente que me parece una discriminación que Teresa haya acusado a Cleo de tonta por haber quedado embarazada (pues ella tuvo cuatro hijos a Antonio, él la abandona y ella no se acusa a sí misma de tonta, es decir, la que es tonta es la indígena por dejarse embarazar en su situación de desamparo económico), así como en otros momentos, no deja de estar claro en el filme que ambas terminan apoyándose en sus situaciones particulares. “No importa lo que ellos digan. Siempre estamos solas”, le dijo Teresa a Cleo.

Pese a esas discriminaciones, según lo que cuenta Cuarón en su cinta, a Cleo se le trataba como una sirvienta especial: No se le despidió tras informar que estaba embarazada, fue llevada al médico para cuidar de su embarazo, se le iba a comprar una cuna para la criatura, se le permitió descansar tras el parto. Aunque no pareció que durante el embarazo se le haya disminuido la carga ni la jornada laboral.

En tanto, Teresa, en medio de su crisis matrimonial, podía contar con el apoyo de Cleo para cuidar de su casa y de sus hijos, sobre todo, con amor.

Esto no significa que esa sororidad mostrada por Teresa hacia Cleo no estuviera estereotipada, es decir, condicionada hasta donde pudiera soportar su ego de patrona blanca ayudar a una indígena que cuidaba de sus hijos como si fueran suyos.

Al final de cuentas, ambas mujeres, desde diferentes estratos sociales, estaban siendo afectadas por sus parejas y tenían que enfrentar la vida en una relación dual (doble vía) en la que una era la patrona y la otra la servidumbre con grados significativos de maltrato y desconsideración (que las sirvientas no usaran el bombillo de su habitación, por ejemplo) propios en la década del 70 y posterior.

No podía Alfonso Cuarón romper los paradigmas de la desigualdad social en su film en tiempos en que la sociedad mexicana no rompió paradigmas. Claro está, un guionista puede combinar realidad y ficción, sin embargo, cómo iba a ficcionar Cuarón la vida de Cleo para mejor: ¿Teresa donándole la mitad de sus bienes a Cleo en agradecimiento por los años de trabajo?¿Casándose Cleo con el padre de su bebé que le diría: “Deja de trabajar que yo te voy a mantener”, para ella dejar de trabajar por paga en casa de Teresa para trabajar en “su propia casa” sin ninguna paga, a cambio de un techo y un plato de comida?

En realidad, Cleo no tenía opciones/oportunidades o agency.

Los argumentos del apreciado Daniel Nina no dejan de tener ni razón ni valor, solo que no cuentan con la visión de género. De manera cuestionable, la liberación y superación de la mujer se ha sustentado en la explotación de otras mujeres, aunque ahora los paradigmas sociales han cambiado y es por ello que resulta cada vez más difícil hallar un servicio bueno y confiable a quien dejar a cargo del hogar mientras nosotras –las  mujeres de avanzada- tratamos de dejar nuestra impronta en el mundo.  Por otro lado, creo que un número significativo –pero no cuantificado- de mujeres ha pasado de ser trabajadoras del servicio doméstico a técnicas o profesionales gracias a patronas que las han incentivado y permitido estudiar.

Con dos frases concluyo este escrito, el primero del año 2019:

Lo que va viene, y
De la manera severa que juzgues, serás juzgado.

La autora es periodista y politóloga. 

viernes, 14 de diciembre de 2018

Conversación entre Arturo Santana (Propagas) y Manuel Díez (Polyplas)



A.S.: … en los tribunales demostrarte que ese camión no es de Propagas. Entonces, lo que tú me estás haciendo es una maldad; si tú me haces eso, tú te vas a arrepentir ¿Okey? Ah, que no diga Propagas. Si tú pones Propagas me estás haciendo un daño irreparable, y no lo voy a permitir…
M.D.: Pero Don Arturo, yo lo que…
A.S.: Yo soy muy bueno, pero no voy a permitir que tú me dañes el nombre que me ha costado sesenta años trabajar, desde pobre hasta rico. Yo gastaría todo lo que tengo para que tú te arrepientas de esa vaina ¿Okey?
M.D.: ¿Don Arturo, pero por qué yo…
A.S.: El camión dice muy claro Nat Gas, y el tanque dice muy claro Nat Gas, o sea, que tú me estás haciendo un daño de maldad. Llama al periódico y para esa vaina porque yo no estoy dispuesto a aceptarlo.
M.D.: Don Arturo, pero yo todo eso se lo enseñé a su equipo…
A.S.: No importa, no importa, yo te… o sea, la compañía de seguro va a pagar como quiera  PORQUE YO ESTOY ASEGURAO POR NAT GAS Y POR PROPAGAS, pero si tú pones Propagas en el periódico, que no ha salido en ningún lao’, me estás haciendo un daño de maldad y no lo voy a aceptar.
M.D.: Pero por qué yo me tengo que arrepentir si el contrato mío es con Propagas, yo no sé quién es Nat Gas.
A.S.: No importa. No importa. Yo te voy a demostrar en los tribunales  que tú no tienes razón, que me estás haciendo un daño de maldad.
M.D.: Bueno, yo de verdad…
A.S.: A donde quiera que diga Propagas, tú pones Nat Gas.¿Okey?
M.D.: Pero todo eso se lo informamos a su gente, Don Arturo, yo lo llamé, inclusive.
A.S.: Noooo. Me lo leyeron ahora. Y yo no voy a aceptar eso. No voy a aceptar que el nombre de Propagas salga en ningún sitio, porque yo todas las estaciones mías dicen Propagas, y tú lo que me estás haciendo es un daño pa’ que no vayan a mis estaciones, y yo no voy a aceptar eso. Me estás haciendo un daño de maldad.
M.D.: Don Arturo, yo no ,estoy tratando de hacerle daño a nadie, yo fui inclusive a su gente, le enseñamos el comunicado hace ocho horas, lo hablamos, se lo dijimos, y ya eso está publicado, Don Arturo.
A.S.: No. Tú puedes pararlo, te conviene pararlo, te conviene pararlo, porque si no lo paras, eso es cuestión que tú tocaste tambores de guerra y nos va a salir mal a los dos, para esa vaina. Te lo aconsejo, páralo. Donde quiera que diga Propagas, pon Nat Gas, y así quedamos amigos y vamos a ir juntos a todo, pero si no haces eso, ya mañana mismo yo voy a publicar que estamos en guerra y nos vamos a joder los dos.
M.D.: Don Arturo, mire, yo le pedí a raíz de que estoy oyendo su conversación, le pedí a Estela, que estuvo en la reunión con su gente hoy, que viniera aquí para que ella le explicara lo que nosotros hicimos en la reunión. Explícale, Estela, por favor.
E.: Don Arturo, ¿Cómo está?...
A.S.: Mire, Estela, vamos a hablar clarooo, tú eres publicitaria, si tú pones Propagas, tú me estás haciendo daño, un daño irreparable, que me ha costado sesenta años levantar ese nombre y si tú haces eso, estando un camión como Nat Gas, y el tanque como Nat Gas, me estás haciendo daño de maldad.
E.: Don Arturo, Don Arturo…
A.S.: ¡Páralo ya! Te vas a arrepentir.
E.: Don Arturo, permítame hablar, porque le he escuchado.  Permítame hablar por favor, yo quisiera que usted me escuche. Hemos hecho un gran esfuerzo, del lado nuestro nos acercamos a usted, directamente Manuel, para decirle el interés de hacer un comunicado conjunto, hemos estado trabajando fuertemente con los técnicos, para llegar a un comunicado que pueda revelar la situación. Esta mañana me comuniqué con Luis, con Gillermo, su abogado, tuvimos una reunión en las oficinas, estuvo Jaime, su hijo, estuvo Guillermo, y ellos nos pidieron el documento, se lo enviamos y nos pidieron tiempo para compartirlo  con su aseguradora. Jaime, su hijo, expresó que le gustaría que el nombre de Propagas se cambiara, a lo cual nuestra abogada le respondió que nuestro contrato…
A.S.: Tu abogada no sabe…
E.: Permiso…
A. S: Sabe Don Manuel y yo que somos los que vamos a perder dinero (casi llorando).
E.: Permiso…
A.S.: Vamos a perder dinero, vamos a estar cincuenta años peleando, mi hija.
E.: Permítame, Don Arturo.  Yo lo respeto, le pido respeto, permítame hablar, Don Arturo, yo entiendo cómo usted se siente, pero permítame hablar.
A.S.: No, no me digas más na’: Pleito, ya, tambores de guerra.

martes, 4 de diciembre de 2018

El pacto de las migraciones de la ONU no es cuco, es una oportunidad


“Es crucial que los desafíos y las oportunidades de la migración internacional sean algo que nos una, en lugar de dividirnos”, dice el documento

República Dominicana ocupa la mitad de una isla en el caribe que es origen, tránsito y destino de migraciones desde antes de la llegada de los españoles en 1492. Por conflictos político-económicos, raciales y  culturales, siempre se ha opuesto a la fusión con la vecina república de Haití y a la migración de sus nacionales a suelo dominicano, lo último de manera formal, porque en la práctica, la economía nacional se sostiene, en gran medida, gracias a la barata mano de obra haitiana.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU), junto a los estados miembros, ha trabajado durante los últimos años en la elaboración de un Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular. República Dominicana es parte de la ONU y ha trabajado en la elaboración de ese pacto, el cual ha de ratificarse en los próximos días o ser rechazado.

Una cantidad considerable de personas e instituciones criollas, entre los que se destacan el Instituto Duartiano, se han manifestados en oposición a la firma o ratificación del pacto por parte del gobierno dominicano, alegando que éste es parte de un proyecto fusionista que lleva décadas en la mentalidad nacional dominicana y no se materializa.  

Parecería que en República Dominicana no residen más de 1 millón de haitianos (mal contados), la mayoría de manera irregular.

Parecería que República Dominicana ocupa la isla completa y que no es una isla que comparte el territorio con la población que pretende repeler o que cuenta con una frontera física efectiva.

Se olvidan los nacionalistas que la presencia haitiana en el país es una realidad mayúscula y sin regulación, que estamos realmente a expensas de la migración haitiana en las condiciones en que se da ésta. Ignoran también que los y las haitianas no pagan los impuestos que pagamos los dominicanos, y, sin embargo, reciben los mismos servicios de salud, educación y transporte, entre otros. Pretenden esos buenos dominicanos darle poca importancia al hecho de que la migración irregular es un negocio en la frontera dominico-haitiana que lucra a sectores de los organismos de seguridad nacional.

Pero además, pretenden hacer caso omiso a que ya el gobierno del presidente Danilo Medina dio pasos para la regularización de los extranjeros en suelo dominicano con la puesta en vigor del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, y eso sin presión de la ONU, a motu proprio. Es decir, que ya estamos inmersos en el problema y en la búsqueda de soluciones, pero asumiéndolo de manera individual, solo con nuestros recursos técnicos y financieros.

¿Y qué tal si nos abrimos a la posibilidad de que el problema migratorio haitiano lo abordemos de manera concertada entre todos los países miembros de la ONU que firmen el pacto, y que esto nos permita recibir ayuda técnica y financiera?

En primer lugar, el pacto no es jurídicamente vinculante, es decir, que ni nuestra constitución ni la ley de migración, ni ninguna otra legislación serían modificadas. Con esto, la soberanía nacional, en lo que respecta al tema migratorio, queda salvaguardada.

Nos llamó la atención que este pacto mundial de la ONU, de la misma forma en que promueve la migración segura, ordenada y regular, tiene entre sus objetivos crear condiciones en los países de origen que desincentiven a las personas a migrar, porque en realidad son las pésimas condiciones políticas, económicas y sociales de los países de origen las que empujan a las personas a migrar. Y lo saben dominicanos y haitianos porque lo han vivido en carne propia. 

Es así como en su objetivo número dos (2), dice lo siguiente: “minimizar los factores adversos y estructurales que obligan a las personas a abandonar su país de origen”.

Pero no solo eso, en su objetivo cuatro (4), se compromete a “velar porque todos los migrantes tengan pruebas de su identidad jurídica y documentación adecuada”. Y esto es magnífico, porque el principal escoyo del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros ha sido que el gobierno haitiano documente a sus ciudadanos.

En este sentido, la ratificación del tratado por parte de República Dominicana, debe estar condicionado a que la República de Haití también lo ratifique, pues la mayor carga migratoria que recibimos es del pueblo haitiano, y es una migración que a la vez es provechosa, por todas los nacionales haitianos que vienen a estudiar y trabajar a este lado de la isla, también es perniciosa, porque algunos –los menos- se dedican a actividades criminales, y no contamos con ningún tipo de mecanismo que nos permita identificarlos para someterlos a la acción de la justicia o dar parte al país de origen u otros países miembros de la Interpol.

El tráfico de personas en la frontera y las violaciones a los derechos de los migrantes serían considerablemente reducidos, por no decir eliminados, y eso es positivo para el país y el mundo. Además, el pacto tiene un enfoque de género, por lo que aboga por la protección de las mujeres y las niñas migrantes, más propensas a ser víctimas de la trata de personas, la esclavitud sexual y laboral.

En lo que respecta a los servicios básicos que el Estado dominicano estaría compelido a brindar a los migrantes haitianos (porque no nos quejamos de los coreanos, chinos, japoneses ni venezolanos), ya se los estamos brindando sin recibir a cambio ningún tipo de asistencia económica ni técnica. Los haitianos utilizan nuestros servicios de transporte,  acuden a nuestros centros de salud y mandan a sus hijos a las escuelas, y en todos esos lugares/servicios son tratados como lo que son: Seres humanos y ciudadanos del mundo. Y cada día podemos ver los esfuerzos que ellos hacen para utilizar esos servicios públicos sin afectarnos, específicamente en lo que respecta a la higiene personal.

De República Dominicana firmar el pacto, una de las formas en las que se aplicarían los principios y objetivos del mismo, sería apoyando “a otros Estados… incluso prestando asistencia financiera y técnica, en función de las prioridades, políticas, planes de acción y estrategias nacionales, mediante un enfoque pangubernamental y pansocial”.

Es decir, que no estaríamos afrontando el problema de la migración haitiana de manera unilateral, como lo hemos estado haciendo hasta el momento, porque como bien lo dice el mismo documento del pacto: “Ningún país puede encarar los retos de este fenómeno mundial y aprovechar sus oportunidades en solitario”.

¿Por qué este plan no es del agrado de los nacionalistas?

Entre otros aspectos, porque las detenciones de migrantes sería un último recurso, es decir, ya “la camiona” no podría salir a recoger haitianos por las calles para luego llevarlos a un centro de detención y negociar con ellos su libertad. Y porque implicaría la inclusión política, económica y social de estas comunidades de migrantes, es decir, que en determinado momento de la historia nacional, nos veríamos conminados a aceptar a un diputado que representa a los haitianos en el país, de la misma forma como los estadunidenses, cubanos y judíos han tenido que aceptar la presencia de dominicanos en las esferas de decisión de los Estados Unidos, porque LO QUE VA… VIENE.

Nos parece que perderíamos más de no ratificar el pacto que ratificándolo. De cualquier forma estamos condenados a ser país receptor de la migración haitiana. Lo más estratégico de nuestra parte sería identificar las oportunidades que este hecho histórico-social nos brinda.

La autora es periodista y politóloga.