Por Patricia Báez Martínez
A propósito de la crítica por la
financiación del proyecto cultural Enseñanza de la Música y Danza del Gagá en
La Romana.
Los primeros nativos del África
llegaron a esta isla a finales del siglo XV e inicios del siglo XVI y desde ese
entonces data la presencia de la mujer y del hombre negra/o (como fueron etiquetados
por el eurocentrismo) en esta isla y en el Caribe insular. La conformación de
Haití y su carga negroide, es muy posterior, consecuencia de las devastaciones
de Osorio de principios del siglo XVII, es decir, que la presencia de esclavos
negros en esta media isla es aproximadamente dos siglos previa a la llegada de
esclavos negros a la parte occidental, bautizada primero como Saint Domingo
Francés y posteriormente como Haití. El dominicano es negro desde su cimiente.
En su libro ´Las culturas
afrocaribeñas´, el filósofo español nacionalizado dominicano Carlos Esteban
Deive escribe: “La primera noticia oficial sobre la presencia de esclavos negros
aparece en la instrucción que Isabel y Fernando dieron al comendador Nicolás de
Ovando, nombrado gobernador de Santo Domingo el 16 de setiembre de 1501. En la
cédula se lee que, deseando procurar la conversión al cristianismo de los indios,
lo que podría ser estorbado si a la isla fuesen individuos sospechosos de esa
fe, quedaba prohibido el ingreso a ella de moros, judíos, herejes,
reconciliados y conversos, salvo esclavos africanos nacidos en poder de
cristianos…” (pág. 31). Independientemente de la presencia en la parte oriental
de la isla de esclavos negros alzados de los ingenios de la parte occidental,
la migración masiva de negros haitianos inicia con la ocupación-invasión estadounidense
(1916-1920), pues el invasor requirió de mano de obra resistente y barata para
el corte de caña en los ingenios azucareros que se construyeron.
Así las cosas, está más que claro
que la conformación de Haití es consecuencia del fundamentalismo religioso y la
avaricia españolas, y hoy, cinco siglos después, el nacionalismo criollo
pretende inyectarnos su fundamentalismo cultural, que ignora la cultura
negroide, tanto dominicana como haitiana, ambas con una raíz común y diferente,
África, pues África nunca fue ni es una unidad cultural. La presencia de
descendientes de negros africanos en la parte dominicana es consecuencia del
proceso de industrialización, del cual tomó parte tanto el capital
estadounidense como el nacional. Aunque es bueno destacar que el ser humano es
una especie esencialmente nómada, y que el proceso de mestizaje dominico-haitiano
no se debe explicar solo a la luz de los procesos político-económicos, sino que
intervienen otros factores como el social (en el cual la cultura alcanza su
máxima expresión), geográfico y el subjetivo: El ímpetu de movilidad que
caracteriza a la mayoría de los seres humanos y la facilidad -en el caso
nuestro-, cuando no existe una frontera natural que divida a las dos naciones.
El Gagá y el vudú tienen una
relación intrínseca. El segundo es la religión y el primero el ritual mágico de
ésta. Ya para 1975, el folklorista dominicano Fradique Lizardo, citado por
Dagoberto Tejeda Ortiz en El vodú en dominicana y en Haití (pág. 174), defendía la existencia de un vodú dominicano: “El
hecho de que a nuestro territorio llegaran esclavos africanos con sus creencias
religiosas mucho antes de la existencia de la colonia francesa de Saint Domingue
y por supuesto del nacimiento de la nación haitiana, echa por tierra la
afirmación de que el vodú arribara a nuestro país procedente de Haití”. Tejeda Ortiz, en su prolongado estudio de la
religiosidad popular dominicana, deja establecido que aunque el vudú dominicano
y el haitiano pudieron haber compartido una misma raíz, se han diversificado al
punto de que ya se puede hablar con propiedad del vudú dominicano. Establecer a
ciencia cierta si el vudú llegó a la isla con los primeros africanos traídos
por los colonizadores españoles o lo introdujeron los negros braceros que
cruzaron el Masacre, es alto difícil, solo podemos llegar a aproximaciones. El
mismo derrotero histórico podría aplicarse para el Gagá. Aunque su ritual
actual (ritmo, baile, estética visual) es de reciente data, no se podría negar
que algunos de sus componentes, en especial el musical, tenga ya varios siglos de
práctica en la isla. Recordemos que como expresión religiosa y cultural de un
grupo minoritario, inicialmente debió estar proscrita e invisibilizada. En la
actualidad sigue proscrita a nivel oficial al punto de que en el Altar de la
Patria se prohíbe el baile de Gagá. Y ya hemos llegado a la arena a la cual he
pretendido llevarles.
El gobierno de Danilo Medina a
través del Ministerio de Cultura financió el proyecto cultural Enseñanza de Música
y Danza del Gagá en la provincia de La Romana (Este), esto mediante la
convocatoria a los Proyectos Culturales de 2013, en los cuales solo en esa
provincia fueron seleccionados 15 proyectos, es decir, que no fue una inversión
exclusiva. Para nosotros, la selección de este proyecto por parte de la gestión
de José Antonio Rodríguez demuestra una política cultural del Estado inclusiva
y, en consecuencia, democratica. Quienes practican el Gagá, aunque de piel
negra y pelo afro, son en su mayoría dominicanos y dominicanas (algunos de
ascendencia haitiana) cuya religiosidad y cultura necesitan ser reconocidas y
fomentadas. El Gagá que se practica en el Este dominicano es nuestro, tan
nuestro como el merengue, la bachata, el pri-pri, los palos y atabales, la sarandunga,
los chuínes de El Cañafistol, el bambulá de Samaná con su créol particular, el
sancocho, el domplin, el cazabe, el macuto, la tambora… tan nuestro como el
Altar de la Patria. Se practica en nuestro suelo y por dominicanos y
dominicanas, es decir, la subjetividad cultural se ha incorporado a objetos
nacionales: El suelo y parte de sus habitantes, es ya un producto local. El
fundamentalismo salvaje español destruyó la cultura taína; la negra, por ser
mayoría y aprender rápidamente a camuflarse, y hasta a ocultarse, logró
sobrevivir. En este inicio de siglo XXI está amenazada, como lo están las
expresiones culturales de origen hispánico y taíno, por una postmodernidad
globalizada que ignora las particularidades culturales. No continuemos
degollando nuestra riqueza cultural.
No solo de pan vive el hombre (y la
mujer): Una ley de vida plasmada en las Sagradas Escrituras del cristianismo. Y
las expresiones culturales no pueden esperar a que estén del todo saciadas
todas las necesidades de infraestructura, docentes, equipos, materiales, y
alimentos que demanda el sistema educativo nacional, porque cada día surgen
nuevas necesidades y demandas, porque además las expresiones culturales también
son una necesidad vital, alimento para el
alma, y hasta una herramienta de enseñanza-aprendizaje si nos despojamos de los
ataduras/fundamentalismos de clase, pues no son raciales, la humana es una sola.
El cuco no está fuera, el cuco lo llevamos dentro: Somos negros.
Ver ritual mágico del Gagá: https://www.youtube.com/watch?v=lCsswSNiIGY
Ver ritual mágico del Gagá: https://www.youtube.com/watch?v=lCsswSNiIGY
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