martes, 4 de diciembre de 2018

El pacto de las migraciones de la ONU no es cuco, es una oportunidad


“Es crucial que los desafíos y las oportunidades de la migración internacional sean algo que nos una, en lugar de dividirnos”, dice el documento

República Dominicana ocupa la mitad de una isla en el caribe que es origen, tránsito y destino de migraciones desde antes de la llegada de los españoles en 1492. Por conflictos político-económicos, raciales y  culturales, siempre se ha opuesto a la fusión con la vecina república de Haití y a la migración de sus nacionales a suelo dominicano, lo último de manera formal, porque en la práctica, la economía nacional se sostiene, en gran medida, gracias a la barata mano de obra haitiana.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU), junto a los estados miembros, ha trabajado durante los últimos años en la elaboración de un Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular. República Dominicana es parte de la ONU y ha trabajado en la elaboración de ese pacto, el cual ha de ratificarse en los próximos días o ser rechazado.

Una cantidad considerable de personas e instituciones criollas, entre los que se destacan el Instituto Duartiano, se han manifestados en oposición a la firma o ratificación del pacto por parte del gobierno dominicano, alegando que éste es parte de un proyecto fusionista que lleva décadas en la mentalidad nacional dominicana y no se materializa.  

Parecería que en República Dominicana no residen más de 1 millón de haitianos (mal contados), la mayoría de manera irregular.

Parecería que República Dominicana ocupa la isla completa y que no es una isla que comparte el territorio con la población que pretende repeler o que cuenta con una frontera física efectiva.

Se olvidan los nacionalistas que la presencia haitiana en el país es una realidad mayúscula y sin regulación, que estamos realmente a expensas de la migración haitiana en las condiciones en que se da ésta. Ignoran también que los y las haitianas no pagan los impuestos que pagamos los dominicanos, y, sin embargo, reciben los mismos servicios de salud, educación y transporte, entre otros. Pretenden esos buenos dominicanos darle poca importancia al hecho de que la migración irregular es un negocio en la frontera dominico-haitiana que lucra a sectores de los organismos de seguridad nacional.

Pero además, pretenden hacer caso omiso a que ya el gobierno del presidente Danilo Medina dio pasos para la regularización de los extranjeros en suelo dominicano con la puesta en vigor del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, y eso sin presión de la ONU, a motu proprio. Es decir, que ya estamos inmersos en el problema y en la búsqueda de soluciones, pero asumiéndolo de manera individual, solo con nuestros recursos técnicos y financieros.

¿Y qué tal si nos abrimos a la posibilidad de que el problema migratorio haitiano lo abordemos de manera concertada entre todos los países miembros de la ONU que firmen el pacto, y que esto nos permita recibir ayuda técnica y financiera?

En primer lugar, el pacto no es jurídicamente vinculante, es decir, que ni nuestra constitución ni la ley de migración, ni ninguna otra legislación serían modificadas. Con esto, la soberanía nacional, en lo que respecta al tema migratorio, queda salvaguardada.

Nos llamó la atención que este pacto mundial de la ONU, de la misma forma en que promueve la migración segura, ordenada y regular, tiene entre sus objetivos crear condiciones en los países de origen que desincentiven a las personas a migrar, porque en realidad son las pésimas condiciones políticas, económicas y sociales de los países de origen las que empujan a las personas a migrar. Y lo saben dominicanos y haitianos porque lo han vivido en carne propia. 

Es así como en su objetivo número dos (2), dice lo siguiente: “minimizar los factores adversos y estructurales que obligan a las personas a abandonar su país de origen”.

Pero no solo eso, en su objetivo cuatro (4), se compromete a “velar porque todos los migrantes tengan pruebas de su identidad jurídica y documentación adecuada”. Y esto es magnífico, porque el principal escoyo del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros ha sido que el gobierno haitiano documente a sus ciudadanos.

En este sentido, la ratificación del tratado por parte de República Dominicana, debe estar condicionado a que la República de Haití también lo ratifique, pues la mayor carga migratoria que recibimos es del pueblo haitiano, y es una migración que a la vez es provechosa, por todas los nacionales haitianos que vienen a estudiar y trabajar a este lado de la isla, también es perniciosa, porque algunos –los menos- se dedican a actividades criminales, y no contamos con ningún tipo de mecanismo que nos permita identificarlos para someterlos a la acción de la justicia o dar parte al país de origen u otros países miembros de la Interpol.

El tráfico de personas en la frontera y las violaciones a los derechos de los migrantes serían considerablemente reducidos, por no decir eliminados, y eso es positivo para el país y el mundo. Además, el pacto tiene un enfoque de género, por lo que aboga por la protección de las mujeres y las niñas migrantes, más propensas a ser víctimas de la trata de personas, la esclavitud sexual y laboral.

En lo que respecta a los servicios básicos que el Estado dominicano estaría compelido a brindar a los migrantes haitianos (porque no nos quejamos de los coreanos, chinos, japoneses ni venezolanos), ya se los estamos brindando sin recibir a cambio ningún tipo de asistencia económica ni técnica. Los haitianos utilizan nuestros servicios de transporte,  acuden a nuestros centros de salud y mandan a sus hijos a las escuelas, y en todos esos lugares/servicios son tratados como lo que son: Seres humanos y ciudadanos del mundo. Y cada día podemos ver los esfuerzos que ellos hacen para utilizar esos servicios públicos sin afectarnos, específicamente en lo que respecta a la higiene personal.

De República Dominicana firmar el pacto, una de las formas en las que se aplicarían los principios y objetivos del mismo, sería apoyando “a otros Estados… incluso prestando asistencia financiera y técnica, en función de las prioridades, políticas, planes de acción y estrategias nacionales, mediante un enfoque pangubernamental y pansocial”.

Es decir, que no estaríamos afrontando el problema de la migración haitiana de manera unilateral, como lo hemos estado haciendo hasta el momento, porque como bien lo dice el mismo documento del pacto: “Ningún país puede encarar los retos de este fenómeno mundial y aprovechar sus oportunidades en solitario”.

¿Por qué este plan no es del agrado de los nacionalistas?

Entre otros aspectos, porque las detenciones de migrantes sería un último recurso, es decir, ya “la camiona” no podría salir a recoger haitianos por las calles para luego llevarlos a un centro de detención y negociar con ellos su libertad. Y porque implicaría la inclusión política, económica y social de estas comunidades de migrantes, es decir, que en determinado momento de la historia nacional, nos veríamos conminados a aceptar a un diputado que representa a los haitianos en el país, de la misma forma como los estadunidenses, cubanos y judíos han tenido que aceptar la presencia de dominicanos en las esferas de decisión de los Estados Unidos, porque LO QUE VA… VIENE.

Nos parece que perderíamos más de no ratificar el pacto que ratificándolo. De cualquier forma estamos condenados a ser país receptor de la migración haitiana. Lo más estratégico de nuestra parte sería identificar las oportunidades que este hecho histórico-social nos brinda.

La autora es periodista y politóloga. 

viernes, 30 de noviembre de 2018

Culmina curso Feminismos: Historia, política y eticidad impartido por Teresa Díaz Canals















Díaz Canals es filósofa y socióloga y ha ocupado diferentes posiciones en universidades e instituciones cubanas

Santo Domingo.- Terminó este jueves con éxito el curso ‘Feminismos: Historia, política y eticidad’, impartido por la socióloga cubana y doctora en filosofía Teresa Díaz Canals en la Universidad APEC (Unapec), en el cual se disertó sobre la evolución del feminismo desde su aparición -con la Revolución Francesa- hasta la actualidad, así como su implicación con la historia (contada por los hombres) la política y la ética.

La intelectual cubana, autora de los libros ‘El momento del agua’ y ‘Papeles de civismo’,  sostuvo que el feminismo camina de la mano con la ética y lleva implícito una revolución cultural, además de que existe una relación intrínseca entre feminismo y nación, es decir, que las feministas deben mostrar interés por los problemas nacionales, en especial, los que impactan la vida de la mujer.

“No es contra el hombre que tenemos que luchar, sino contra el patriarcado”, sostuvo Díaz Canals el último día del curso, que se impartió entre el martes 27 y el jueves 29 de noviembre en el Salón de Audivisuales de Unapec, con la asistencia de mujeres y hombres de diferentes instituciones de la sociedad civil que trabajan el tema de la mujer.

En el transcurso del curso, se habló del papel que jugaron feministas como Simone de Beauvoir, Rosa de Luxemburgo, Amelia Valcácel, Christine de Pizán, María Zambrano, Dulce María Loinaz, Virginia Woolf, Camila Henríquez Ureña, Celia Amorós, entre otras.
Para la filósofa y catedrática dominicana Lusitania Martínez, quien formó parte del público al que fue dirigido el curso, el feminismo dominicano se encuentra en la etapa de la premodernidad, aunque hace préstamos al feminismo postmoderno.

“Creo que existen tantos feminismos, que conflictúan el movimiento, sin embargo, es necesario tomar de cada uno de los tipos de feminismos lo mejor, sin ser eclécticos, porque es preciso situarse en un paradigma, aunque se tomen préstamos de otros paradigmas”, expuso Martínez en un momento en que tomó la palabra para responder a la periodista Nexy de León.

El curso se realizó gracias a los esfuerzos de la Fundación Padre Félix Valera (Cuba), de la Fundación Frederick Herbert, el Centro de Género de Intec, el Instituto de Género y Familia de la UASD y la Tertulia Feminista Magaly Pineda que dirige la feminista Yildalina Tatem Brache.

domingo, 4 de noviembre de 2018

Pena máxima para los asesinos de Emely y su criatura

La dominicana, es una sociedad acostumbrada a los abusos contra los infantes, en especial contra las niñas. Un embarazo, un matrimonio en la preadolescencia o adolescencia, pasa como algo normal en los cinturones de miseria de las urbes y en las zonas rurales. Mientras que las violaciones sexuales a niños y niñas atiborran las noticias diarias que consumimos aturdidos. Queda mucho trabajo por hacer en materia de protección de los derechos de los niños y niñas de este país.

Sin embargo, a lo que no está acostumbrada esta sociedad es a la barbarie, al salvajismo, al odio visceral contra los niños y niñas. Y el asesinato de Emely Peguero y de su criatura de 20 semanas de gestación fue un acto de barbarie que quedará registrado en la psiquis social dominicana para siempre. Emely y su hijo fueron víctimas de un crimen de odio, odio por proceder ella de una familia humilde.

A Emely se le sometió a maltratos psicológicos y físicos que culminaron con su vida en un muy breve lapso de tiempo. Fue conducida a una muerte dolorosa y rápida, por ende salvaje, cuyo móvil era extirpar de su vientre el hijo y nieto de sus asesinos. De haber sus asesinos logrado el propósito de practicarle un aborto, las consecuencias para la salud -física y psíquica- de la menor no desaparecerían, y no volvería jamás a concebir un hijo. Quedaría muerta en vida, por muchos años o por el resto de su vida.

No justifico su muerte, sino que procuro resaltar el grave daño recibido en su cuerpo y espíritu, el cual, aún pudiendo preservar la vida,  marcarían todo su existir como ser humana y mujer.

Sus asesinos albergaban tanto odio contra la criatura que se negaba a desprenderse de su vientre, que ante el intento de aborto frustrado la golpearon en la cabeza, para que muerta la madre muriera el hijo y librarse de ambos.

Esa fue una acción cometida por más de dos personas, nunca por una, y menos otro joven inexperto. Sin embargo, como dicen en el argot popular: "Entre bomberos no se pisan la manguera". Del expediente fueron sacados nombres de personal médico y paramédico. Solo imagine que habiendo ocurrido todo en una cama, no una camilla ginecológica, debían haber personas sujetando las piernas de Emily para que otra persona, preferiblemente un/a  ginecobstetra, pudiera manipular las pinzas dentro de su útero.

Emely no quería abortar, y muestra de ello fueron todos esos cortes en el útero que le provocaron una hemorragia significativa.

Después de este acto de salvajismo fuera de toda lógica humana y legalidad, sus asesinos aparecieron ante las cámaras pidiendo a Emely Peguero que regresara, que todos estaban sufriendo por su desaparición, a lágrimas vivas.

El cuerpo de Emely, aún con restos de su crío dentro, deambuló por días entre maleteros de vehículos, finca de chulos y solares baldíos, hasta que al fin, se comprobó lo que se sospechaba, que había sido víctima mortal de Marlin y Marlon Martínez, de la familia Monster.

No conformes con todo este rosario de sadismo y perversidades, la madre y el hijo asesinos han tratado de montar abominables  argumentos de defensa  como es el de homicidio involuntario, como si el aborto es legal en este país y Marlon (única persona que hasta el momento se hace semi responsable del asesinato) tiene título y exequatur que le avalan para practicar un aborto,

Y como bien lo explicó el abogado acusador, José Hoepelman, a Marlin Martínez no se le puede considerar una simple cómplice, porque ella está en la génesis, la preparación, la consecución y el final de este horrendo feminicidio-infanticidio, que ha hecho tambalear la connivencia de la sociedad dominicana con la violencia sexual y de toda índole hacia las niñas.

Esperamos una condena justa y ejemplar.

Justa para Emily y su criatura y ejemplar para toda la sociedad dominicana, pero en especial para ese sector social que se cree por encima del bien y del mal, como se creyó Marlin Martínez.

Estaremos vigilantes, como estuvimos con el caso del niño José Rafael Llenas Aybar para que además de una condena consecuente con el crimen, ésta sea cumplida hasta el último día.

#JusticiaParaEmelyPeguero




domingo, 7 de octubre de 2018

Víctima y victimario atípicos


Sé que no soy fácil de manejar por el sistema: No llegué hasta 8vo curso, no me gusta el reggaetón, y no busco una pareja para que me de un plato de comida y me pague el salón los fines de semana.

Sé que me sé los términos legales y conozco algo de derecho, aunque sea periodista, y eso molesta desde abogados, pasando por fiscales, hasta jueces.  

Sé que molesto a las secretarias del sistema, porque cuando siento mis derechos vulnerados, les pregunto sus nombres para anotarlos. Y creyendo que con esto ejerzo mi derecho ciudadano a estar informada de quién me ofrece el servicio deficiente, provoco que me traten peor. Ya aprendí que a los/las empleados/as del sistema les gustan los/las usuarios/as que imploran, que piden, que suplican, que casi lloran solicitando que los dejen ver al fiscal.

Sé que tengo ideas y opiniones propias y que me gané que una psicoterapeuta que debía detectar si había sido víctima de violencia, me echara de la consulta por decir que la directora del PACAM no es feminista, según mi criterio. Sí, en lugar de ayudarme, me dió una patada por el c...

Sé que mi verdugo nunca me ha golpeado, y que al sistema le encanta la sangre:  Los moretones en los ojos, las suturas en la cabeza, los dientes y costillas rotas, y hasta los feminicidios. Todo esto justifica la necesidad de aumentar los presupuestos a las instituciones encargadas de proteger a la mujer.

Sé que mientras la mayoría resuelve sus problemas de familia de manera íntima, porque “esas cosas no se hacen públicas” o "los trapos sucios se lavan en casa"; yo las ventilo, las saco a tomar el sol, porque en lo privado siempre ha estado el peligro para la mujer. Sería capaz hasta de sacarme una teta delante de un juez si con ello le muestro el golpe recibido “debajo del ala”, como le dicen ellos a esos golpes no visibles, los que las mujeres, por temor a mostrar su intimidad, prefieren ocultar.

También sé que él no es un victimario común. Él nunca me ha golpeado, como les dije. Pero ojalá lo hubiese hecho, ya de ese dolor hubiese sanado, y él estuviera cogiendo moho en una cárcel.

Sé que es calculador, frío, perverso, que le gusta darme por donde más me duele: Mis hijas.

Sé que no es un arrastrado de Los Guandules o La Ciénaga, sin influencias, no. 
Él conoce personas, se codea con decisores públicos o allegados a éstos. Logra viciar los procesos.

Sé que da una imagen de hombre correcto, viste de forma correcta y se comporta de forma correcta, aunque en el fondo sea una alimaña que no vale ni el esfuerzo de pisarla.

Sé que es difícil no creerle, más para sus amigos/as, que lo tienen en un buen sitial, donde mi familia y yo lo teníamos hasta conocer sus bajos instintos, mentiras y manipulaciones.

Sé que cuando nos enfrentamos es como si dos huracanes categoría 4 chocaran, que no hay fiscal que nos soporte juntos, porque luchamos al más alto nivel y sin piedad.

Sé que se me hará difícil librarme de este lastre del pasado, de este odio que me persigue y me envuelve cada cierto tiempo, en especial por haber defendido a mis hijas. No soportan que les haya quitado las caretas en público, y no agradecen ni agradecerán la libertad de la que disfrutan hoy. Mas no hay mal que dure cien años… y mi cuerpo los resistirá.

Entiendo perfectamente lo confuso que cualquier autoridad o persona se pueda sentir frente a este conflicto.  Soy consciente. 

martes, 25 de septiembre de 2018

El pueblo es el paisaje



El pueblo es el paisaje, la base de la superestructura, los votantes de los partidos políticos.

El pueblo es el paisaje, la masa de choque de los sindicalistas oportunistas.

El pueblo es el paisaje, el relleno, de la dirección de Marcha Verde.

El pueblo no tiene dolientes.

Mientras tanto, la gasolina regular cuesta 230 pesos, la premium 240  pesos, el gasoil regular 193 pesos, gasoil premium 205 pesos y el GLP 128 pesos.


En buen merengue: “Esto no lo aguanta nadie”.