Por Patricia Báez Martínez/
República Dominicana vive una crisis política que pudiera,
inclusive, agravarse, la población que una vez Juan Bosch clasificara como de peledeístas
y corruptos, hoy está –a grandes rasgos- dividida entre corruptos y pueblo. La
Marcha Verde causa pánico entre los corruptos, hay represión, agresiones y se
anuncia el reforzamiento de la seguridad del Palacio Nacional y del Presidente
al supuesto costo de 22 millones de pesos, es decir, los saqueados además
pagaremos con nuestros impuestos la seguridad de los saqueadores.
A todo esto, ¿Dónde está el alcalde del ayuntamiento más
importante del país? ¿Cuál es su posición política ante este escenario de
crisis? ¿Está ese alcalde del lado de los corruptos o en la acera del pueblo
que exige investigación, cárcel para los corruptos y devolución de lo robado?
No sabemos. David Collado, a pesar de ocupar una posición política, se mantiene
como un apartidista; pese a haber recibido el apoyo de dos organizaciones
políticas (PRSC y PRM), no se le ve públicamente enarbolar las banderas de
ninguno de estos partidos en la lucha que se libra en las calles.
Entonces es cuando recordamos que el PRSC, como partido, es
una organización política que nace y se desarrolla al amparo de la corrupción,
y una parte importante de su membresía es cómplice del latrocinio actual (el
difunto Carlos Morales Troncoso, Freddy Pérez, Humberto Salazar, Licelot Marte
de Barrios, Lila Alburquerque, Ángel Lockward, Soila Martínez, Héctor Rodríguez
Pimentel, entre muchos otros), por lo tanto, no tiene ni voz ni voto en la
coyuntura actual. Descalificado.
Y el PRM, que pudiera enarbolar la bandera anti corrupción
por ser una escisión de un partido que en un tramo de su historia fue contestatario
y defensor de los derechos del pueblo, sin embargo, hoy no cuenta con el aval moral,
pues aunque los exfuncionarios del PRD pueden tomar clases de los master del
robo o peledeístas, no están libre de pecado, tienen colas que pueden arder en
cualquier momento. Descalificado también.
La otra filiación de David Collado es el empresariado, exactamente
Juan Vicini, quien es su mecenas. Esos no pueden hablar de corrupción pues su
emporio azucarero e industrial surge del acto corrupto de un dictador donar
parte del país a un expresidente de la República que lo aupó para que pasara de ser un simple jefe de la Guardia Nacional a Presidente de la República. Por demás,
sabemos que la industria y el empresariado criollo siempre han sido lisonjeros
del Poder para así evadir impuestos, traer haitianos a los campos de caña y la
construcción y deportarlos cuando ya no los necesiten, obtener jugosos permisos
de importación a costa de los productores nacionales, comprar a precio de vaca
muerta bienes del Estado, explotar a los obreros sin consecuencias legales, etc…
Descalificado por default.
David Collado no tiene una estructura política sin
compromiso con la corrupción y la impunidad desde la cual aliarse y apoyar al
Movimiento Verde, aunque quisiera; es un preso de confianza de los corruptos
del patio. Está más en la acera de los corruptos y no en la del pueblo. Por eso su silencio cómplice.
“Es que es un presidenciable” (es decir, debe cuidar las
posiciones políticas que adopte para que no se conviertan en boomerang), me
comenta un amigo al respecto.
Y le contesto: “Un presidenciable se pronuncia en estos momentos (crisis política tres años antes de unas elecciones), ¿De dónde cree él que sacará los votos en el ‘20 si no está presente en este momento?”.
“Él no tiene partido, tiene el dinero de los Vicini”, insiste mi contertulio, y le riposto:
“Los Vicini nunca han puesto presidente aquí (Y quizá yerro)”.
Y le contesto: “Un presidenciable se pronuncia en estos momentos (crisis política tres años antes de unas elecciones), ¿De dónde cree él que sacará los votos en el ‘20 si no está presente en este momento?”.
“Él no tiene partido, tiene el dinero de los Vicini”, insiste mi contertulio, y le riposto:
“Los Vicini nunca han puesto presidente aquí (Y quizá yerro)”.
La cuestión es que el joven y buenmozo alcalde del Distrito
Nacional trabaja solo y para sí mismo, y cree que en el 2019 tendrá la misma
suerte que en 2016. No vale lo mismo para el votante un alcalde que un
presidente: El alcalde en República Dominicana recoge basura en una
circunscripción x; el presidente significa atraso o avance para toda la nación,
es una apuesta a cara o cruz. Y ninguno
de los partidos ni el grupo económico que le apoyaron tiene suficiente
ascendiente político-social como para redituarle los votos que va a requerir
para aplastar a un PLD que sin aliados ya sobrepasa el umbral del 50% de los
votos. Al menos que el “alcalde Calvin Klein” le esté coqueteando al PLD para
ser su candidato presidencial en el 2020, porque –a resumidas cuentas- él no es
un político, es un emprendedor y outsider (extrapartido), por lo tanto, no tiene
ninguna atadura ideológica con los partidos que le apoyaron en 2016.
La autora es periodista y politóloga.
1 comentario:
A mí modo de ver esa actitud ambigua e irresponsable está de moda en nuestros políticos,no hay un ideal concreto que los mueva a definirse.
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