domingo, 30 de noviembre de 2008

¡Wao! Airbrush Legs

No hago más que reirme de las nimiedades de la vida y de la feminidad y de las "¿ventajas?" que tienen los jóvenes de hoy frente a los jóvenes que fuimos ayer. Mi hija mayor contestaba de soslayo al msn mientras se cambiaba de ropa para asistir a un maratón del colegio, y de repente dice: ¡¿Qué sería de nosotros sin la tecnología?!, yo creí que había descubierto una nueva herramienta de msn o del computador, que este cuadrado y desgarbado aparato la había hecho reencontrarse con una vieja amiga. Y le pregunto ¿qué pasa? -"que ya no importa si uno(a) tiene manchas en las piernas que uno(a) se unta esto (Airbrush Legs) y ya, parece una una modelo"-, respondió ella. Pensé en el tiempo que invertí diciéndole tantas veces: "Cuida tus piernas que luego te vas a arrepentir", y ahora esa mal llamada tecnología y el mercado me hacen quedar en ridículo. Sí, aparentemente es tan simple como ponerse una crema y ya, se borrán momentáneamente años de maroteo y necedad. Y lo peor, me contó que su tía (mi hermana Francina y quien le regaló el producto)en una ocasión se puso unos short y se untó la crema sólo de las rodillas para abajo, donde tiene las manchas, y un hombre en la calle le dijo: "Mira, tienes las piernas pintadas". El dominicano es vergonzosamente incontenible. Pero lo más chistoso de la historia y de la indignación que sintió ella, fue que su novio se tomó la demanda de explicar al "buen cibaeño" que dió la voz de alarma: "Esa es una crema que ella se pone para taparse las manchas". Pobre Francina. Hasta yo me río, no de ella, sino de nuestra ridiculez como mujeres.

Discriminación positiva para Ellos en este blog

viernes, 28 de noviembre de 2008

"El loco paralizao" y otro cuco

Ja, ja, ja, ja, ja. La risa es el desvío de la locura. Hace unas cuatro semanas estaba reflexionando sobre la crisis económica mundial, en cómo podía protegerme alejando y minizando su impacto en mis limitadas finanzas personales. Recordé en ese momento la crisis de 2005 o la "crisis de Hipólito" y lamenté mucho que los agricultores no estén sembrando pipiota. Pero pensé que aún tenía un recurso: la harina de maíz, que aunque no esté tan económica como antes (ya va por 15 pesos), aún se deja comprar, rinde y jarta muchísimo. Bueno, la verdad es que como no estoy muy expuesta -me mantengo en un bajo perfil-, no pensé que la mala hora me llegaría tan temprano. Desde hace dos semanas uno de mis clientes no me paga porque la multinacional a la que le hacemos el trabajo se ha atrasado en el cumplimiento del contrato. Léase, no está pagando los cuartos. Me dije: "ya te topó la crisis", y esa palabra despertó en mí recuerdos gratos de la niñez: El topao, La gallinita ciega, Matarire-rire-rire, Arroz con leche, Al sun sun. Pero lo que no quise recordar fue a "El loco paralizao" y es que no deseo que la crisis me paralice.

Madre Matria



(Clickea el título para más detalles sobre Cesárea Évora).

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Adiós a la ciudad

El campo se quedó solo. Los hombres y las mujeres que acariciaban la tierra la abandonaron para empotrar sus juanetes en el duro cemento de la ciudad. 65/35, los números ni mienten ni mancan, es así en casi todas partes del mundo. El burro cedió al motor; la visita vespertina al celular; el lapiz y el papel a la PC y a la lap top; la memoria humana a la electrónica; el fogón a la estufa y al microondas; las noches de historias de difuntos y bacaces a la eternidad del TV LCD y del Ipod. Ay, ¡cuántas cosas que ya no son! Todos hemos deseado correr a la par de la modernidad -aunque ella no nos dé gabela- lanzarle un zarpazo a la buena vida, pero sin pensar en que al lograrlo nos convertimos inmediatamente en el blanco de los hijos de las mujeres que -en medio de la pobreza- decidieron tener muchos hijos para "asegurarse el futuro", de esos jóvenes que prefirieron quedarse en el barrio, merodeando la esquina, mientras otros estudiaban bajo la luz de una vela, iban a la escuela y trabajaban en un taller de ebanistería, mecánica o costura; también somos víctima de la frustración del mal llamado Sueño Americano que hoy nos asalta en forma de deportación masiva y de una "alta sociedad" corrompida. La ciudad se ha vuelto inhabitable. Y volver al campo solo es posible para el "acomodado", para el que no necesita sembrar una tierra ya estéril de tanto olvido, y hasta allí irán ellos, en motores, carros y jippetas; pistola en mano, detendrán nuestros vehículos: un disparo en la frente. Al menos el último recuerdo de esta fugitiva existencia no será del asfalto, sino del altivo eucaliptus, que gemirá indiferente mientras nos despojan del dinero, las prendas y los zapatos. ¡Otra vez descalzos!