La Policía Nacional emplea con fruición los alias o sobrenombres de los hijos de “Machepa” cuando esos pobladores de Catanga, Gualey y Guachupita no les conviene y caen en desgracia, bajo el plomo de un “intercambio de disparos”. Sin embargo, existen políticos dominicanos que teniendo un alias del tipo nota policial, éstos pasan como un nombre más o un apócope de cariño o confianza.
Marino Vinicio Castillo, alias Vincho, es un carroñero que ha convertido los rastrojos del
Poder en su hábitat natural y se lanza como un rayo sobre lo que él entiende de su competencia en el festín de la podredumbre, urdiendo con saña los planes más macabros para con los intereses
nacionales y defendiendo las arcas de sectores y personalidades funestas. Basta
recordar a los banqueros que robaron un estimado de 85 mil millones de pesos.
(A) Vincho aparece como una
sombra de ultratumba en los momentos clave de nuestra historia, desde Trujillo
hasta nuestros días, moviendo las fichas a favor de los intereses de los
sectores conservadores, ya sean diáfanos, turbios u oscuros. Por demás, ha
significado una permanente y pesada carga, económica y política para los
dominicanos. Por escaso que sea el pastel, siempre sale con su tajada, y para
ello no duda en usar su fábrica de chantaje. Los políticos dicen que es mejor tenerlo de amigo que de enemigo y por eso ceden a su nefasta presencia.
Y allí se erige Vincho, en la
Dirección General de Ética e Integridad Gubernamental, como la más dantesca mueca a la dignidad del colectivo nacional,
como último insulto de “El Príncipe” al intelecto de la plebe, como muestra de
que nada ha cambiado después del 16 de agosto en este puente de drogas, aspirantes
a peloteros, megadivas con ínfulas de “mulas” y jugadores de azar. ¡Que viva la
reencarnación de “El Jefe”!
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