A Saymon Díaz nunca le he visto, tal vez porque no soy amante del flash y porque a mis 33 años no me puedo dar el lujo de andar de concierto en concierto gastando entre 2 y 3 mil pesos sólo en entradas. Paradojas de la vida, pues soy profesional y trabajo desde hace ocho años en mi área, y él tan joven puede hablar de millones como si de dulce de coco se tratara, así como darse la buena vida: hacer gimnasia y natación, por poner un ejemplo.
Luego del atropello físico y moral a nuestro colega Vianco Martínez en el Teatro Nacional por parte de sus empleados, lo menos que esta humilde servidora -porque yo sí que soy humilde, ya que vengo de la pobreza y sé vivir en ella-, esperaba una disculpa pública de parte de la empresa que dirige este joven y exitoso empresario de la música, así como una actitud de asunción del error, y por tanto de resolución del conflicto.
Pero lo que ha asaltado al proceso judicial entre Saymon Díaz y Vianco Martínez es una campaña de imagen y relaciones públicas que procura hacer pasar al primero como un angelito y al segundo como un obsesivo-oportunista. Primero la conferencia “Espectáculo, prensa y seguridad”, que de manera infeliz promocionaba Acroarte, y ahora una nota en las Sociales de Listín Diario en la que se procura “blanquear” la imagen pública de Díaz.
Quisiéramos conocer el nombre o los nombres del colega o los colegas que se atreven a confabularse con el poder y el dinero para armar un mamotreto de esta calaña, deseamos saber cuánto cuestan “los regalos” que –presumiblemente- envían a los directores y editores de sociales de los medios de comunicación para que éstos dispongan a sus subalternos hacerle una entrevista a este señor, de lo más personal y socialité. Qué pena y qué vergüenza.
Pero al menos, los desfavorecidos sociales se beneficiarán de esta nueva etapa (mea culpa) en la vida del joven empresario. Y que conste, estaremos muy, pero muy pendientes de ver materializada su bondad, aunque pierda el caso, porque lo que se da no se quita, querido Saymon.
lunes, 3 de noviembre de 2008
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3 comentarios:
La culpa la debe de tener el nombre. Alguien que se llame Saymon, imagínate, puede ser Salmón o qué sé yo. Ese es un cruce raro. Por casualidad, un profesor mío se llama Simón y nosotros, un grupo de amigos, para que se oyera un poco más sofisticado pronunciábamos el nombre en inglés.
Oh pero qué coincidencia! suena casi igual que el nombre de referencia (saimon, como Simon & Garfunkel).
Patricia, mi mamá decía que la mala fe no pare hembra. Symon no va a llegar lejos con su estrategia.
Ja, ja, ja, ja, ja, la sabiduría popular es maravillosa.
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