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miércoles, 10 de junio de 2015

Políticos autodestructivos

Por Patricia Báez Martínez

A inicios de 2013, cuando muchos en la oposición apostaban a las dentelladas mortales entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas, desde la Z101 alcé mi voz para solicitar a ambos, de manera humilde, retirar sus aspiraciones presidenciales y apoyar a Luis Abinader, como forma de zanjar una crisis entre ellos que de lo político había pasado a lo personal. Pero, quién es esta musitadora de ideas para dar consejos a titanes de la política.

Como fórmula para crear una plataforma política a los expulsados del PRD por Miguel Vargas, se fundó el PRM, y allí, después de que Mejía dijera que no aspiraría, se desató una contienda por la nominación presidencial que amenazó los incipientes acuerdos de un grupo de personas que pretende volver al Poder. Mientras, Vargas terminaba de dar las últimas pinceladas a su proyecto político-empresarial, confiado en que con tener el santo, también acapararía la limosna.

Cada paso del accionar de Miguel Vargas y de Hipólito Mejía iba minando sus territorios, sin que nadie pudiera predecir el final. Bastaron unos cuantos comentarios destemplados en USA de parte de Mejía para que la militancia del nuevo partido que creía en su liderazgo se convenciera de que con ese gallo no ganaría. Y la oposición ya no aguanta más hambre, literal y de Poder. Y Vargas, en su creencia de que manejaba los hilos de un partido que en las elecciones pasadas obtuvo la mayoría de los votos (de forma individual), anuncia su apoyo a la reelección de Danilo Medina. Y esto, sin más, se convierte en su último cuplé.

Ni Hipólito Mejía ni Miguel Vargas se retiraron con donaire; se manotearon hasta el final por alcanzar el Poder o sus migajas, y con ello se autodestruyeron, en lugar de preservarse como entes de moderación y consulta de sus grupos políticos. A desmedro de Miguel Vargas, Hipólito Mejía aparenta tener una cualidad que el otro no, bondad. Y esa bondad se puede ver, entre otras cosas, en su apoyo público a la candidatura presidencial de Luis Abinader, aunque no estuvo conforme del todo con el proceso de las primarias. Hipólito así, se encuentra actualmente negociando con Luis Abinader su participación en un eventual gobierno del PRM; mientras, el destino de Miguel es oscuro e incierto. Todo por no saber cuándo detener su soberbia y dar paso a la razón.

Existe un tercer político a quien se le ha activado el gen de la autodestrucción: Leonel Fernández. Su ambición y su necesidad de impunidad  le han llevado a aspirar, a manipular, presionar y extorsionar, a exponerse al escrutinio público en un contexto no favorable para él. Aparenta estar en calma ahora, pero sus acciones visibles difieren de las invisibles. Su aceptación a la reelección de Danilo Medina a cambio  de inmunidad y la continuidad de sus legisladores, no es creíble. Si bien apoyó al Presidente en el 2012, en la actualidad estos dos líderes del PLD no tienen una relación propicia como para que éste (Leonel) trabaje por la reelección. Fue humillado, aplastado, y eso, dudo, se lo perdone al Presidente y su equipo.

El expresidente solo puede desactivar su gen autodestructivo asumiendo un bajo perfil, pues bien lo dice el adagio: “Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”.
 Y van dos.


viernes, 5 de junio de 2015

Pactos: de Leonel a Danilo

Por Patricia Báez Martínez

Con ellos solo se ha transferido los símil Poder y dinero, y se han rubricado de espaldas y en perjuicio a la democracia

Cuando Leonel Fernández eligió a Miguel Vargas Maldonado para firmar el pacto político por la reforma constitucional o Pacto de las Corbatas Azules, estaba enviando el mensaje claro de que su interlocutor en la otrora fuerza opositora era Vargas Maldonado y no Hipólito Mejía, quien claramente ostentaba el liderazgo, demostrándolo tres años después –en las elecciones generales- al obtener el 47% de los votos sin el apoyo de la dirección de su partido y sin alianzas.

En apenas cinco años, el panorama político dominicano dio  un giro extraordinario que, en otros tiempos (como aquellos de Joaquín Balaguer), pudo tomarse una década o más:

Quien convocó al pacto de 2009  ya no tiene poder de convocatoria, y quien asistió como invitado ya no se representa ni a sí mismo. Si el objetivo del acuerdo de las Corbatas Azules  hubiese sido otro diferente al de pactar la Constitución de 2010, actualmente fuera ilegítimo, en función de la poca representatividad de sus suscribientes. Ojo.

En días recientes, Danilo Medina y Leonel Fernández suscribieron un pacto, formal o no, pero pacto al fin, y con éste, el expresidente termina de transferir al Presidente (a modo de efecto colateral) el poco liderazgo que atesoraba del partido en el Poder. No os sorprendáis si en breve el politicón es separado de la presidencia del peledé.

Miguel Vargas, ante este panorama, y una intención de voto que no sobrepasa el 5%, no ve otra alternativa que endosar su apoyo a la reelección de Medina y convertir un partido con 70 años de historia -la mayor parte de ella, historia revolucionaria-, en otro partido bisagra más. Pareciera este otro acto de traición, pero no. Los marchantes son fieles a la lógica de que para perderlo todo ganar algo.

En dos de los tres acuerdos antes mencionados ha participado Miguel Vargas, en la primera ocasión como un líder opositor de importancia, en la segunda, como vendutero de poca monta. En ese acuerdo no participó Danilo Medina, pero sí en el segundo, el de la aprobación de la reelección en el Congreso  Nacional por parte de los legisladores que profesan seguir a Leonel Fernández, los cuales –por supuesto-recibirán su paga. Y tras ese acuerdo, Medina remató con el perredé. Capicúa.

El panorama político que unos meses atrás se veía abigarrado e indefinido, se ha despejado, y eso se debe en gran medida a las estrategias utilizadas por el Presidente. Mientras Luis Abinader se metió en el bolsillo a un contendiente fuerte pero fácil de eliminar, Danilo Medina “se comió” (en lenguaje ajedrecístico) al “rey”, y de paso se llevó entre las uñas a un alfil, terminando de hacer el trabajo que inició Leonel: Destruir al PRD, acabando con la historia de que fue el primer partido creado por Juan Bosch, también fundador del peledé,  quedando éste como fuerza política única o dominante.